Una urna con cenizas y una dentadura postiza
EL DESCUARTIZADOR DE BENIJÓFAR INSISTE EN QUE SU MUJER SE SUICIDÓ
"Yo no la maté…esa noche nos quedamos a dormir en la clínica veterinaria que regentamos, serían las dos de la madrugada, unas horas más tarde escuché un ruido y encontré a Charo muerta sobre una de las camillas…se había quitado la vida ingiriendo gran cantidad de pre-anestésicos de los que usamos en las intervenciones en los animales…No era la primera vez que lo intentaba, Charo intentó matarse cuatro veces en los últimos siete años…yo intenté reanimarla pero no lo conseguí…después trasladé los restos a la incineradora en la que trabajaba…”
Se lo contó Marcelo a los guardias civiles a los que se entregó en compañía de su abogado. Y a continuación les dió una urna con las cenizas y la dentadura postiza de su mujer. Tardó una semana en entregarse. Y lo hizo, porque tras intentar borrar toda huella de la muerte de su mujer, se lo confesó a sus hijos en un momento de debilidad durante un paseo en coche. Ellos le empujaron a contarlo, sólo que los guardias no se creyeron ni una línea de su declaración. Marcelo dijo que intentó reanimarla pero no llamó a ningún servicio de emergencias para auxiliar a su mujer. Además, se deshizo del cadáver tras descuartizarlo. ¿Por qué?, preguntaron los guardias. “Para ahorrarme el dinero y los trámites de un entierro”, respondió Marcelo. Allí mismo quedó detenido.
Todo el relato de Marcelo se vino abajo en cuestión de horas. Sus hijos, en declaración ante los investigadores, contaron que desde hacía dos años su madre pedía insistentemente a su marido Marcelo que le practicara una operación de estética en la clínica veterinaria. La inspección de los especialistas de Guardia Civil lo confirmaron. Hallaron restos de sangre en el instrumental quirúrgico de la clínica, en el maletero del coche del matrimonio y en el porche del chalet familiar. Presuntamente la mujer de Marcelo murió en la clínica durante una intervención de cirugía estética. Su marido intentó dividir su cadáver y finalmente terminó el trabajo bajo el porche de su casa. Metió los restos en el maletero de su coche y tres días después los llevó a incinerar asegurando que se pertenecían a un mastín. La mayoría de las cenizas las esparció en varios lugares de Castellón. Lo último que quedaba se lo acababa de entregar a los investigadores.
Hoy Marcelo pasa a disposición judicial mientras los guardias de investigación del equipo de Almoradí se debaten entre dos hipótesis. La del accidente mortal y el plan para ocultar los restos, o la de un asesinato premeditado hasta el final y su confesión una vez que las cenizas ya no podrán demostrar la causa de la muerte de Charo.
Entretanto el escenario de la tragedia se mantiene cerrado. En el escaparate de la clínica veterinaria “Pet Care” de Benijófar alguien colgó un letrero con la siguiente frase: “cerrado por causas fortuitas”.