El legado de Margaret Thatcher en las canciones que denunciaron las miserias de su mandato.
“Cuando Inglaterra era la puta del mundo, Margaret era su madame” Lo de Elvis Costello sobrepasaba el rechazo a las políticas restrictivas de la “Dama de Hierro”. Lo de Costello con la Thatcher era algo tan personal como el odio. Tanto, como para dedicarle la canción “Tramp the dirt down” en la que rogaba para vivir lo suficiente como para bailar sobre la tumba de la premier.
Costello no fue el único. A la señora Thatcher tenemos que agradecerle un buen puñado de grandes canciones. Ella inspiró a muchas bandas de los ochenta y alimentó con gasolina la hoguera del punk. Jamás ningún político británico despertó tanta admiración como rechazo. Ganó tres elecciones generales gracias a una guerra que la sacó del fondo de las encuestas, pero su forma de concebir la vida entre amigos y enemigos, buscando siempre el enfrentamiento, provocó que sus adversarios le devolvieran los golpes con la misma furia.
The Specials le dedicaron su inquietante “Ghost Town” de 1981. Entonces cantaban “el Gobierno deja a los jóvenes en la estacada y éste lugar se está convirtiendo en una ciudad fantasma, no hay trabajo en éste país y la gente se está cabreando…” y su líder Jerry Dammers todavía sigue orgulloso de su denuncia inspirada, según él, en el odio hacia su primer ministro.
Quizá The Jam fueron maestros en cantar la desesperación de la juventud británica ante la falta de salidas, y los recortes sociales del gobierno conservador que les condenaban a la marginación, Paul Weller lo contaba con rabia en “That’s Entertainment” o “Town called malice” una de las canciones más famosas de la historia que denunciaba llena de metáforas como Thatcher recortaba las ayudas a los trabajadores y las familias y animaba a luchar contra la situación “nos toca a nosotros cambiar ésta ciudad llamada malicia”. The English Beat no se conformaron con denunciar la asfixiante realidad y pidieron a gritos la dimisión en “Stand down Margaret”… “Retírese Margaret…No veo ninguna posibilidad en su brillante futuro…nuestras vidas parecen insignificantes en sus manos de oro gris…dimita Margaret y quédese ahí abajo, abajo, abajo…”
Si la Thatcher cargaba contra los mineros llamándoles “el enemigo interno”, el cantautor Billy Bragg le respondía “miré al gobierno buscando ayuda para el trabajador y se cargó su properidad…” en su “Between the wars. Si las privatizaciones de la Thatcher arreciaban The Communards clamaban en “Breadline Britain” aquello de “los enfermos no tendrán ni una sóla oportunidad, y privatizarán hasta a tu madre” (¿les suena de algo ahora?).
Y Sinead O’connor llegó a acusarla de estar tras la matanza de Tianammen en “Black boys on mopeds”. The Clash llamaba a las revueltas contra un gobierno al que acusaba de racista. Aunque para odio, lo que se dice odio encarnizado a Margaret Thatcher, el que le apretaba el corazón a Morrisey en su “Margaret on the Guillotine” con párrafos como éstos…”La gente buena tiene un sueño maravilloso, Margaret en la guillotina, ¿por qué la gente como tú me hace sentir tan cansado?...por favor, muérete”.
No fueron los músicos los que acabaron con Margaret Thatcher. La “Dama de Hierro” fue empujada a retirarse por sus propios compañeros de partido años después, aunque los estribillos que le dedicaron están más vivos que nunca.