El semen de la camiseta de Asunta es de un violador que no estuvo en Galicia
Una vez más, la realidad coincide con la explicación más sencilla. La mancha de semen de la camiseta de Asunta no pertenece a un tercer implicado, ni se pegó a la camiseta durante el presunto arrastre que no tuvo lugar del cadáver en una pista forestal. Tampoco llegó allí por culpa de un mal procesamiento de las pruebas en la Comandancia de Galicia.
En realidad la mancha nunca fue de semen hasta que entró en el laboratorio de criminalística de la Guardia Civil. Antes sólo era una mancha que detectaron durante el levantamiento del cadáver y verificaron en la mesa de autopsias. La luz forense o luz azul detectó unas manchas sospechosas. Podían ser de cualquier cosa porque es sabido que hasta el chorizo da falsos positivos y hay que tener cuidado. Así que los investigadores empaquetaron la prenda y la enviaron tal cual a Madrid.
En criminalística se cortó la camiseta, se aisló el sustrato y se analizó. El primer resultado les dejó boquiabiertos. Supuestamente era semen. Semen en la camiseta de Asunta Basterra que aparentemente y según la autopsia, no había sido violada. Cotejaron la muestra de ADN con todos los sospechosos, interrogados y testigos del caso a los que se les había pedido una muestra de su ADN. No era de nadie y tampoco era del padre de Asunta, ya en prisión acusado de la muerte de su hija junto con su ex mujer. Siguieron buscando en la base nacional de ADN hasta que se dieron cuenta de que el semen, que habían creído encontrar, correspondía al de un caso investigado en el laboratorio semanas antes: El de un presunto violador que había actuado en Madrid y aun no había sido detenido a la espera de que terminaran su informe.
Los científicos, sin que nadie lo supiera, creyeron que habían cometido un error, una contaminación al manipular las pruebas. Y comprobaron uno por uno todos los análisis efectuados en las tres semanas que separaban la prueba del violador y la de la camiseta de Asunta. Al ver que no había otras contaminaciones, que la máquina “centrifugadora” no era la culpable, aseguran que repitieron el análisis de la camiseta de Asunta y volvió a dar positivo. Dicen que cortaron otro trocito de tela repitiendo el proceso desde el principio, y que volvió a dar el mismo resultado; semen del violador. Algunos dentro de la propia guardia civil creen que sólo repitieron la prueba sobre la muestra obtenida tras diluir la prenda y aislar el sustrato y que lo que debió contaminarse al principio fue precisamente la cubeta en la que se hace ese análisis. Por eso quizá volvió a dar positivo, porque era el mismo sustrato ya contaminado.
Científicamente es imposible que el semen de un violador de Madrid viajara a Galicia y contaminara allí la camiseta. Los investigadores del caso sospechan que la mancha original de camiseta de Asunta no era semen y hubo una confusión en los análisis en Madrid. Pero de momento no hay ningún informe que lo aclare.
Descartado el tercer sospechoso
Presuntamente estamos ante un error humano del servicio de criminalística de la Guardia Civil, de los profesionales de un laboratorio que amontona éxitos y felicitaciones, reconocido en Europa y certificado desde hace años. Y sin embargo, de rebote, el presunto error de estos profesionales despeja la mayor duda de la investigación. Ya no hay tercero al que agarrarse. Atrás queda el razonamiento del abogado de Rosario Porto, denunciando la “mano negra” de un desconocido autor del crimen capaz de dejar pruebas para incriminar a Rosario Porto y Alfonso Basterra.
El juez está a punto de terminar sus pesquisas y considera que Rosario Porto y Alfonso Basterra son los únicos culpables. Los investigadores han interrogado al último amigo de la pareja que faltaba. Fue uno de los primeros sospechosos pero lo dejaron para el final, como estrategia. Y ahora tras tomarle declaración creen que su coartada es cierta. Los informes preliminares de ADN y de los teléfonos tampoco le implican en el crimen ni en el momento en que presumiblemente, los padres de Asunta, se deshicieron del cadáver.