Ni conspiración policial, ni actuación desmesurada. Los patrulleros de la policía que ésta madrugada detuvieron a Nicolás no tenían más remedio que hacerlo como hubieran hecho con cualquier hijo de vecino.
La llamada de una empleada del prestigioso restaurante madrileño Ramsés desencadenó la actuación policial. Según lel relato de los testigos y denunciantes, Nicolás, tras una cena multitudinaria con varios amigos que se marcharon tras pagar sus cuentas, se quedó apurando unas copas de champán con una amiga. Al marcharse se negó a pagar su cuenta de 530 euros abandonando el establecimiento y dejando a su amiga Isabel “La pechotes” en el local. Al rato Nicolás gozó de una segunda oportunidad, cuando a través del móvil de su amiga, el maitre del restaurante localizó al chico en la discoteca Gabana y volvió a exigirle el pago de su cuenta. Le exigían su cuenta, no la de sus amigos porque estos la habían abonado. La respuesta de Nicolás fue negarse a saldar la cuenta y exigirle una disculpa. Desde el restaurante llamaron a la policía, los agentes entraron en Gabana, le detuvieron y se lo llevaron rumbo a comisaría. No podían hacer otra cosa. Una ciudadana había reclamado su intervención por un delito. Si Nicolás hubiera hecho un “sin-pa” de menos de 400 euros hubiera sido una falta y los agentes se habrían marchado por donde vinieron tras filiarle apuntando su identidad para la denuncia. Sin embargo los números conspiraban contra Nicolás, y al tratarse de un “pufo” ( o presunto “pufo”) de 530 euros, se trataba de un delito lo que apareja la detención del sujeto si la policía lo encuentra.
Ya en las vetustas instalaciones de la comisaría de distrito de Salamanca la directora del restaurante formuló la denuncia contra Nicolás, aunque reseñando al final que renunciaba a emprender más acciones contra él porque le habían llamado para decirle que alguien pagaría la abultada minuta. Nicolás se negó a declarar, un amigo pagó la cuenta, y la denuncia seguirá su curso aunque el restaurante la retire tras cobrar. Se trata de un presunto delito de carácter público que puede ser perseguido de oficio.
Hoy Nicolás a través de periodistas conocidos denunciaba que se trataba de un malentendido. Se siente víctima de una especie de “trampa policial” y está indignado por su detención. Sin embargo, si los policías no le hubieran detenido in situ después de que se reclamara su intervención, entonces hubieran sido esos agentes los que hubieran perpetrado un acto delictivo. En esta parte en concreto de todo el asunto Nicolás, los policías desde luego no tenían más remedio que detenerle, incluso por ésta chiquillada de poco recorrido judicial.
Al menos, la defensa de Nicolás se deja de presuntas conspiraciones y recuerda lo importante del asunto. “Ya veremos si se trata de una estafa, y en cualquier caso su señoría tendrá que contar con el atenuante de la reparación del daño”. Se refieren a que Nicolás, al menos, finalmente pagó la cuenta inmediatamente después de que le denunciaran.
Definitivamente, una muesca más en el revólver de Nicolás y otro frente abierto para sus abogados, Sunkel y Paz, que hoy mismo notificarán en el juzgado que retoman la defensa de Nicolás después de la reunión de ayer tarde en la que solventaron las diferencias con su cliente respecto a la forma de conducirse. Parece que la celebración se le fue de las manos a Francisco Nicolás.