Si no puedes con tu enemigo únete a él (y acabarás escaldado)

telecinco.es 28/03/2012 23:34

Madrileño, entrado en años, pocos recursos y con una novia africana veinteañera que quitaba el hipo. Lo tenía claro, intentaba exprimir la barra libre que le brindaba la vida sin dejar de pensar que el siguiente trago iba a ser amargo. Sabía que no iba a durar para siempre, pero creía que lo único que iba a salir roto de aquello iban a ser su orgullo y su corazón. Al final, la chica también se quedó con su cartera. Le estafó ayudándose de sus compatriotas nigerianos. Los más piadosos del mundo, cristianos baptistas o evangélicos que nunca faltaban a misa en Torrejón. Así fue como este hombre mayor se vió en la calle, con una mano delante y otra detrás, y decidió pasarse al enemigo.

El madrileño, su amigo colombiano y uno de los nigerianos formaron trío y se dedicaron a aligerar las cuentas bancarias de empresarios e inversores. Tres magos capaces de obrar milagros. Tres hombres capaces de cambiar los vaqueros y las chancletas por trajes a medida con sólo chasquear los dedos. Tres hombres que llegaban del Sur cargados de regalos y tesoros para adorar al occidental aventajado. La primera vez que los guardias civiles del Grupo de Delitos Telemáticos de la UCO enfocaron al madrileño, al colombiano y al africano en plena faena, les bautizaron como "los Reyes Magos" y la investigación ya se llamó "Operación Mago" hasta que dieron carpetazo al expediente. Eso fue hace bien poco.

Por entonces los magos ya habían estafado más de 5 millones de dólares a una decena de víctimas. Les encontraron por internet, y no tardaron en picar el anzuelo. Los magos se hacían pasar por ricos millonarios nigerianos deseosos de invertir sus arcas repletas de billetes de mil dolares provenientes del negocio de los diamantes y otras fruslerías...Recogían a sus víctimas en el aeropuerto, trajeados en su Mercedes, les enseñaban desde el coche los edificios del Paseo de la Castellana que albergaban sus ficticias oficinas. Luego, a recoger los formularios a la sede central de su corporación, la delegación de Hacienda de la calle Guzmán El Bueno. El que hacía de chófer se quedaba en el coche, el que simulaba ser guardaespaldas se situaba con aplomo a la entrada del edificio y el africano entraba a recoger los papeles que necesitaban para cerrar la operación con el incauto. Antes de llegar habían llamado por teléfono para que se los dejaran en la presunta recepción de la empresa. En realidad el timador iba a a una ventanilla y pedía un formulario corriente, después se marchaba saludando con ínfulas de reyezuelo y fin del primer acto.

Una hora más tarde se levanta el telón de nuevo, ésta vez en la nave de un polígono industrial del corredor del Henares. "La bóveda de seguridad" que albergaba el tesoro. Un arcón repleto de fajos de billetes de mil dólares envueltos en celofán. En total, 80 millones metidos en un baúl del tamaño del escritorio de un ministro. El primero y el último eran fotocopias de buena calidad, en el centro 13 recortes que simulaban billetes. A cambio de invertir el tesoro en la empresa del incauto o conceder un préstamo en negro, los presuntos millonarios sólo pedían entre el 5% y el 10% en concepto de trámites para sacar el dinero o de intereses a bajo precio. Todos picaron. Uno tras otro hasta diez sujetos regresaron a Holanda, Gran Bretaña o Suráfrica y transfirieron la cantidad a las cuentas de los generosos nigerianos. Pero la víctima número 11 sospechó cuando ya había perdido 700.000 dólares, así que pidió ver de nuevo el dinero. Volvió a Madrid pero en medio de todo el montaje salió un momento, se fue derechito a la Guardia Civil y éstos tras unos meses de trabajo reunieron pruebas suficientes para detener a toda la banda de estafadores. Incluído el madrileño, que perdió un amor, la cartera y finalmente su libertad. Eso de "si no puedes con tu enemigo únete a él" queda bonito en los manuales de política renacentista o en los ancianos tratados de estrategia militar oriental tan de moda últimamente, pero a nosotros, la gente de a pie, siempre nos acaba pasando factura

Y aunque los malpensados aciertan en que fue la avaricia la que rompió el saco de muchas de las víctimas, se equivocan. Algunas de las víctimas lo hicieron por pura y simple desesperación. Era la última oportunidad de salvar el naufragio de su empresa y la premura les impidió ver más allá del horizonte. Ahora los guardias del GDT intentan recuperar su dinero , el mismo que los "reyes magos" ya habían transformado en gasolineras, hoteles y fincas allá en el sudeste de Nigeria.