La pedófila que quiere adoptar un niño ( la cara oculta de la luna I )
La encontramos con la ayuda del reportero de investigación de "Las Mañanas de Cuatro". Sabíamos de ella por los titulares de hace unas semanas. La Brigada de Investigación Tecnológica de la policía ( BIT ) la acababa de detener junto a doce pedófilos más durante la "operación Atlas". Enrique, el segundo de la Brigada, nos dejó caer el bombazo con su serenidad habitual: era la primera mujer detenida en España con material pornográfico infantil. No quiso darnos más datos.
Esa mañana dos policías salieron de las instalaciones de la BIT rumbo a Segovia con el único objetivo de localizar y detener al dueño de varios ordenadores descubiertos por un programa de búsqueda de intercambio de archivos pedófilos. El programa detectó los intercambios de archivos y los policías rastrearon el ordenador hasta llegar a un edificio de las afueras de la ciudad. Un cuarto piso con ascensor. Allí la encontraron sola, con tres ordenadores repletos de fotos indescriptibles de menores y dispuesta colaborar. "Estoy sola, estoy sola" insistió una y otra vez. En la comisaría provincial de Segovia no tardó en confesar que la pedófila era ella. Los policías no le creían y pensaban que, como en otras ocasiones, encubría a un marido o un hijo. Eso hasta que la detenida relató al detalle los tipos de fotografías que había en los discos duros, en qué carpetas estaban archivadas, y en qué fechas se las había descargado. Un día después los policías la entregaron al juez. Nada más se supo de un asunto como éste que los policías siempre tratan con extrema prudencia. Nosotros queríamos saber más.
Unos días después conseguimos centrar el tema y el reportero de investigación de "Las Mañanas de Cuatro" lo remató con la cámara oculta ( hemos decidido titular el post como "la cara oculta de la luna" para diferenciar dentro del blog luz de luna las investigaciones hechas con cámaras ocultas) . Lo más difícil fue centrar el barrio donde vivía la pedófila, pero una vez allí resultó que todos la conocían. No estaba en su domicilio, pero encontramos el quiosco que regenta en el centro de Segovia. El reportero se quedó helado al confirmar que la pedófila tenía su quiosco en la puerta de un colegio. Esa mañana trabajaba su marido. El hombre intentó engañarnos, "está en Valladolid visitando a un familiar" pero luego descubrimos que la mujer había ido a consultar a una vidente sobre su incierto futuro. El reportero terminó ganándose las confidencias del sufrido marido de la pedófila. Él era el primer soprendido por todo el asunto, creía que su mujer pasaba las noches pegada al ordenador porque estaba enganchada a los videojuegos ( en concreto a los Sims ). El hombre maldecía su situación, repudiado por sus vecinos, sus amigos le habían retirado la palabra, y todo por culpa de su mujer.
A ella la conocimos el día siguiente. Unos treinta años, robusta, desaliñada, ante un café con leche primero se mostró huidiza. No paraba de hablar de sus dos nuevos teléfonos móviles, obsesionada como una adolescente por las ventajas tecnológicas de sus nuevos juguetes. Enseguida entró en faena y su discurso pasó de banal a repugnante. Nos dijo que sí, que le gustaban los menores, verlos desnudos, disfrutaba con ellos, que tenía decenas de archivos...lo peor llegó al final. Su abogado, le contó ella al reportero, le había aconsejado que mintiera al juez, que no le dijera que le gustaban los menores porque podía perder las opciones a la adopción de un niño...Decía que estaba en lista de espera para adopción, y al reportero se le hizo un nudo en el estómago...¿dónde está el instinto?¿cómo puede una madre en potencia ser pedófila?¿qué destino esperaría a esa criatura?...pero el reportero aguantó hasta que se le terminó la cinta de la cámara oculta, estupefacto ante la naturalidad con que la mujer confesaba secretos tan abominables. Al despedirse ella le pidió discreción absoluta sobre su conversación, decía que los vecinos la confundían con otra quiosquera de Segovia y los clientes que la otra perdía por culpa del error, ella los ganaba.
Allí la dejó, sentada con sus teléfonos móviles en la mesa del bar, convencida de su afición por los menores, apenas consciente de que se estaba jugando una condena de cuatro años de cárcel por tenencia y distribución de pornografía infantil. Enrique, el veterano inspector de la BIT ya nos había explicado a Malena y a mí el por qué de tal comportamiento. La mayoría de los pedófilos saben que cometen un delito, pero creen que es poca cosa, nada grave, y como ellos dicen: "total si las fotos de los niños estaban ahí, en internet, yo sólo las cojo y disfruto...".