En la cama donde el pederasta abusó de una de sus víctimas dejó su semen. Son dos manchas localizadas en el plástico que cubría el colchón, y otros dos restos biológicos que no identifica el informe pero sí a su dueño, Antonio Ortiz. De la pequeña agredida han encontrado en el colchón otros dos rastros, uno es de sangre. Y en el suelo del salón sus restos biológicos, en el lugar que la niña, la primera víctima de 2014, señaló a los investigadores porque vomitó a escondidas para que Ortiz no le pegara.
Conseguir extraer ADN perteneciente a la niña en ese lugar es un logro del laboratorio porque el piso había sido fregado y la policía se temía lo peor. Lo limpió la madre del pederasta que dejó sus restos biológicos en unos guantes. Le ayudó la asistenta, que no limpió el cubre colchón de plástico de la habitación porque, según declaró, la madre de Ortiz se los dijo.
Ese “olvido” permitió a la policía localizar las huellas del pederasta y de su víctima. De momento no hay más positivos en las más de 200 muestras recogidas en todas las superficies de la casa, en todos los objetos, incluidos cepillos, fregonas y desagües. Los agentes miraron hasta el aspirador.
A estos siete positivos hay que sumar otras tres pruebas de ADN que acorralan a Antonio Ortiz y que ya se hicieron públicas. Las dejó en la ropa de tres de sus víctimas. No hay solo una muestra, hay en varias prendas de cada niña. Incluso hallaron el rastro del agresor sexual en un trozo de papel higiénico encontrado en el cuerpo de una pequeña. Presuntamente lo utilizó para limpiarla.