El pederasta de Ciudad Lineal se niega a declarar y su madre se entera del caso por boca de los investigadores
La madre del pederasta de Ciudad Lineal se ha desvanecido en la jefatura de policía de Madrid al enterarse de la doble vida de su hijo por boca de los investigadores, mientras en el mismo edificio su hijo se niega a declarar ante los agentes.
Los policías habían llamado a declarar a la madre de Antonio O. M. tras la detención de su hijo en Santander pasadas las 7:30 de la mañana de hoy. La huída a Santander hace ya una semana, ha sido el último movimiento del arrestado para escapar de la presión policial en Madrid. Antonio, un vendedor de coches de ocasión de 42 años de edad aficionado al culturismo y a las artes marciales, era desde hace cinco meses el delincuente más buscado de España. En el último año, como ya adelantamos en este blog y ha confirmado esta mañana el ministro de Interior, habría supuestamente atacado a ocho menores y consumado cinco de las agresiones. Sus ataques se remontan a 2013 según la policía.
Se trata de un delincuente habitual con un dilatado historial de antecedentes por secuestros, robo con violencia, violencia de género y agresión sexual a una menor de 6 años en la década de los 90 por la que ya cumplió 7 años de cárcel. Un perfil llamativo para los investigadores, sin embargo el presunto pederasta de Ciudad Lineal contaba con la ventaja del acceso libre a los coches de segunda mano, a nombre de terceros, con los que comerciaba y usó para cometer alguna de sus agresiones. La calidad de los testimonios de las víctimas tampoco fueron determinantes debido a la corta edad de las víctimas y al hecho de que algunas fueron narcotizadas. Una cámara de un banco le grabó en su coche en uno de sus ataques pero no la matrícula.
Nunca tenía relación con las niñas, ni las sometía a vigilancia. En argot policial un pederasta “no preferencial” que usó en ocasiones narcóticos, y disponía de dos viviendas que iba combinando aunque las agresiones comenzaban ya en los traslados en coche para intentar evitar las cámaras de seguridad. Su extrema frialdad y control de impulsos le permitía lavar o duchar a las víctimas antes de liberarlas para borrar todo tipo de huellas. Tampoco ayudaba a los investigadores la gran extensión de su zona de actuación que llegó a abarcar cuatro distritos de Madrid y la localidad de Coslada. Mientras esperaban nuevas pistas los investigadores se volcaron en el análisis masivo de datos y revisaron 78.000 vehículos, y miles de llamadas de teléfono, ya que según las víctimas el agresor no paraba de usar su terminal.
Finalmente el cotejo de los móviles sí llevó a los investigadores hasta el presunto pederasta. Su teléfono figura en los lugares de los asaltos a la misma hora en que sucedieron. Los agentes de la Brigada de Policía Judicial también detectaron la venta por internet de uno de los vehículos que presuntamente utilizó en las agresiones, y esperan que el ADN que recogieron en la ropa de una de las niñas coincida con el suyo puesto que cuando cometió la agresión por la que le condenaron todavía no existían las bases de ADN de delincuentes sexuales. Así dieron con el pederasta y con las dos viviendas de Madrid que frecuentaba, la primera a nombre de su madre donde ocupaba ocasionalmente una habitación, la segunda alquilada y vacía donde cometió varias agresiones. Sin embargo, el pederasta a menudo dormía en uno de sus vehículos, agobiado por la presión policial. Son las mismas viviendas que esta tarde la policía registra en presencia del detenido, antes de que el próximo viernes pase a disposición judicial. Entre tanto, su imagen sigue en internet, unas fotografías tomadas hace años que no le muestran tal y como es ahora, ni interferirán en su reconocimiento por las víctimas. Ya sea por la presión policial o por un exceso de confianza, el pederasta olvidó borrar su rastro en las redes. Y la policía espera que haya olvidado algunas otras pistas más importantes.