"El padrino" de la mafia china no paga la comunidad de vecinos
"El Dragón Blanco", el máximo jefe de la mafia china de toda España, movía más de 40 millones de euros al año producto de sus negocios ilícitos pero a su contable, el que le llevaba las cuentas de su imperio mafioso, le tenía trabajando de camarero por 1.500 euros al mes. "El padrino" tampoco pagaba el recibo de la comunidad de su chalet adosado del barrio de Alamada de Osuna de Madrid, debía miles de euros a sus vecinos, hartos ya de las ínfulas de Mandarín de su esquivo inquilino.
Quizá fuera porque el capo no olvidaba sus humildes orígenes, quizá porque tenía muy presente su llegada a España en la década de los noventa acompañando a sus padres en un viaje aventurado a miles de kilómetros de su hogar. Desde el principio lo tuvo claro, debía aprovecharse del predicamento que tenía su familia entre la numerosa comunidad china de nuestro país. Así fue tejiendo su cadena de favores y lealtades absolutas. Cuando los guardias del grupo de delitos económicos de la Unidad Central Operativa ( UCO ) de la Guardia Civil, pusieron la lupa en sus cuentas descubrieron un entramado de empresas descomunal que servía para ocultar la mayor red de inmigración ilegal conocida en España. Los guardias creen que "El Dragón Blanco" era responsable de la introducción en nuestro país de más de un millar de inmigrantes orientales en los últimos cuatro años.
Todo sin mover un dedo, todo sin usar la violencia salvo en contadas excepciones. Su palabra era Ley. Su figura reverenciada. "El supremo benefactor" le llamaban. Los que le conocían un poco más se referían a su persona como "el Jefe". Los inmigrantes ilegales trabajaban en régimen de esclavitud en sus negocios legales durante meses, casi años, con el pasaporte retenido y a cambio de un sueldo miserable. Y a pesar de todo, le idolatraban hasta tal punto, que nunca dejaban de trabajar para la organización. Tras saldar la deuda del viaje ilegal, esos trabajadores ayudaban a blanquear el dinero de la mafia enviando a cuentas en china cantidades siempre inferiores a 20.000 euros para burlar los controles fiscales. Demasiados envíos, demasiado dinero, tanto, que algunos llegaron a mandar hasta 200.000 euros anuales. Otros sacaban los billetes vía aérea adosados con fajas a su cuerpo, o llevando libros que grapados en sus páginas escondían cientos de billetes de 500 euros. Todo ese caudal inagotable de billetes de todos los colores se "lavaba" ( nunca mejor dicho) en una red de un millar de lavanderías repartidas por China y controladas por la otra rama de la organización mafiosa.
Y mientras, "el jefe" disfrutaba de la conducción a toda velocidad, y por las carreteras y calles de Madrid, de su Porche y su Mercedes de alta gama, acompañado de sus guardaespaldas en sus frecuentes visitas al casino. Era jóven, audaz e inmensamente rico, pero "El Dragón Blanco" no fue capaz de detectar la presencia de los guardias civiles de paisano que anotaban todos sus movimientos desde el otro lado de la ruleta del casino. Los guardias de la UCO vigilaron todos sus pasos. Incluso llegaron a investigar minuciosamente a más de 300 ciudadanos chinos, uno por uno. Cuando reunieron todas las pruebas, le detuvieron. Le atraparon, como no, al volante de su Mercedes. "El Jefe" se mostraba tranquilo durante los primeros momentos de la detención. El capo creía que "sólo" le habían detenido por supuestamente controlar el contrabando del tabaco falsificado que desde China entraba en España por el puerto de Valencia. Ya conocía a esos guardias, y lo del tabaco era "una minucia". No tardó en darse cuenta de que estaba equivocado. La tranquilidad se convirtió en abatimiento cuando sopesó las pruebas que la Guardia Civil le iban poniendo encima de la mesa, cuando vio como incautaban todos los inmuebles de su organización valorados en más de 10 millones de euros, cuando constató como sus negocios ilegales iban cayendo como fichas de dominó. Y sobre todo, cuando se enteró de la detención de su mujer, y de más de treinta compatriotas acusados de participar en sus turbios negocios.
Así fue como la UCO le cortó las alas al "Dragón Blanco" después de cuatro años de investigación.