Tres mendigos, dos rusos y una pareja de acosadores. La trama para matar a la mujer de Paco González
Era un plan destinado al fracaso, improvisado y fruto de la mente retorcida de una acosadora. No lo iban a conseguir jamás y sin embargo a punto estuvieron de lograrlo. La idea rondaba la cabeza de Lorena desde hacía meses. Esta vecina de Valladolid, de 25 años cumplidos, quería hacerle el mayor daño posible a la mujer del periodista deportivo Paco González. En verano decidió llevarla a la práctica con la ayuda de Iván, un jóven de 30 años residente en San Sebastián con el que trabó amistad en internet. Lorena se había hartado de visitar la emisora del locutor una y otra vez intentando captar su atención, incluso su pretendiente Iván le había acompañado en alguna ocasión.
Los investigadores están seguros de que Iván estaba colado por ella, deslumbrado por la cabellera morena de Lorena, a finales de verano viajó hasta Madrid con una ocurrencia peligrosa. Iván quería contactar con un sicario que acabara con la vida de la mujer del periodista, y lo buscó entre los mendigos que habitan en una zona muy transitada de Madrid. Por fin uno accedió a servirle de intermediario y le presentó a un segundo indigente de origen búlgaro dispuesto a cumplir el encargo a cambio de unos 20.000 euros. La mitad como adelanto y el resto a cobrar una vez terminara el trabajo.
¿Alguien podía confiar en que un indigente tuviera la determinación necesaria y los medios para llevar a cabo el encargo? El indigente búlgaro tampoco confiaba en ello, así que se lo encargó a dos presuntos sicarios rusos, que tras cobrar gran parte del adelanto se esfumaron de España para no volver. El búlgaro no se dió por vencido y se lo propuso de nuevo a un tercer indigente, Fernando. Aterrado, Fernando le siguió la corriente pero corrió a la comisaría del aeropuerto a denunciarlo. Allí le tomaron nota, pero la cosa iba lenta, así que Fernando corrió hasta la casa del periodista para advertirle. El búlgaro le había proporcionado la dirección del periodista pero erró en un número, y Fernando se equivocó de casa. El indigente le contó la historia a la presunta víctima que, sin que sepa por qué motivo, se la creyó y se mudó de casa con total discrección. Entretanto el periodista desconocía la trama para matar a su mujer, aunque recibía mensajes cada vez más subidos de tono por parte de la acosadora Lorena.
En octubre, Fernando, preocupado, le envió un correo a Paco González desde un cibercafé alertándole del plan criminal, "había escuchado a alguien planeando con unos sicarios el asesinato de su esposa". El día 9 de ese mes el periodista corrió a denunciarlo en el cuartel de la Guardia Civil y los investigadores se pusieron en marcha. Encontraron a Fernando, y en diciembre por fin detuvieron al búlgaro. Este lo negó todo. No hubo manera de reunir una prueba firme contra él, así que la jueza le dejó en libertad con cargos mientras continuaba la investigación. Los rusos no volvieron a aparecer, pero Fernando le entregó a la guardia civil una fotografía de Iván. Se la habían tomado disimuladamente en una cafetería durante una de las reuniones para cerrar el pacto.
Los guardias de la zona Noroeste de Madrid habían impedido de momento el crimen y buscaban sin tregua a un tal Iván desde diciembre. Tenían que rastrear toda España buscando un rostro en una fotografía. No relacionaron el caso con Lorena. Ella no aparecía en la trama y tras el fracaso de las dos intentonas con los rusos y Fernando, la chica había bajado notablemente el envío de correos acosadores al periodista hasta el punto de difuminarse la amenaza. No pudo ni quiso controlarse. Tras embaucar de nuevo a Iván, pusieron rumbo a Madrid y lo intentaron por tercera vez. El miércoles, a primera hora de la mañana, estuvieron a punto de conseguirlo. El plan era secuestrar a su víctima en su todoterreno, trasladarla hasta su coche aparcado a unos kilómetros en el cementerio de Majadahonda, y luego deshacerse de su cadáver. La valiente resistencia de la mujer y la hija de Paco González, junto a la aparición heróica de un vecino, lo impidieron.