La banda del polícia municipal quería un millón de euros por el secuestro
Un millón de euros era lo que la banda pensaba obtener gracias a la información de un vecino de Béjar (Salamanca). Se trata de un empleado desleal que trabajaba en una empresa de seguridad y había puesto cámaras de vigilancia y había acorazado la vivienda de un rico empresario del pueblo. El vecino dio el “santo” (la información) a su contacto en Madrid que era su amante, una azafata que buscó quien hiciera el trabajo sucio a través de un policía municipal de la capital. La guardia civil supo los planes de la banda gracias a las intervenciones telefónicas en el marco de la investigación de la red que adulteraba gasóleo, desmantelada la semana pasada.
El Grupo de Secuestros de la Unidad Central Operativa se encargó de la investigación y comenzó a seguirlos, pudiendo comprobar que las reuniones iban en serio hasta el punto de que hicieron un viaje a Béjar para diseñar el plan. Luego les encontraría planos y anotaciones con la información exacta que necesitaban para el golpe en uno de los vehículos que iban a utilizar.
El agente municipal, suspendido ahora de empleo y sueldo, necesitaba dinero y tenía la casa y el sueldo embargado. Estaba de baja la mayor parte del tiempo en su puesto del distrito de Tetuán y Asuntos Internos lo vigilaba porque, supuestamente, estaba dando información confidencial de detenidos a delincuentes de Madrid. De hecho le acusan de ofertar el proyecto de secuestro en el mundo delincuencial. Tras una “subasta” entre bandas muy conocidas de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, eligieron a una banda de butroneros expertos en lanza térmica que se comprometió a darles el 15% del botín.
El objetivo era muy claro, no soltar a la familia y al empresario hasta no conseguir el millón de euros que les habían dicho que podría tener en las cajas fuertes de la vivienda y las naves de su la fábrica metalúrgica y de secado de jamón, del empresario salmantino. En las conversaciones telefónicas hablaban de golpear a la mujer y a los hijos sin piedad. Incluso de obligarles a vaciar la cuentas, amenazando de muerte a los hijos para conseguir que el padre les llevara al banco. El policía y su banda se encargarían de la logística y la vigilancia porque no se fiaban de los butroneros, por si luego no repartían el dinero conseguido.
Iba a ser un viaje de ida y vuelta desde Madrid a Salamanca. Rápido y certero. Tenían todo planificado hasta el punto de que el secuestro iba a ser perpetrado este fin de semana. El grupo de secuestros de la UCO, se movió muy rápido en el mundillo de los aluniceros, butroneros y consiguió abortar el crimen. Los seis detenidos están en libertad con cargos aunque el policía ha vuelto a su casa de Boadilla donde va diciendo que es todo un error de la Guardia Civil.