Se hacen llamar el bello, el niño y el pony, son tres de los siete componentes de la banda de madrileños que en 6 meses consiguió un botín de 750.000 euros reventando cajas fuertes en entidades bancarias de toda España. La guardia civil los llamaba, medio en broma medio en serio, los Nevy Seals de Orcasitas, por la disciplina militar con la que preparaban sus golpes y los perpetraban “como un comando especial de operaciones” pero del barrio de Orcasitas, de toda la vida. Forjados a base de detenciones tienen entre todos 250 antecedentes policiales. Algunos menores, otros ya veinteañeros, comenzaron con alunizajes en Madrid , pasaron por los robos violentos a almacenes de telefonía para acabar, en la treintena, especializándose en el robo de bancos, dejando su ADN incluso en una entidad bancaria de Suiza que ahora investigan. En España ha entrado en prisión de nuevo acusados de 9 robos en entidades de pequeñas localidades de toda España. Las escogían con dos vías de escape y una autovía cerca, y no materializaron más saqueos porque la Unidad Central Operativa los seguía y supieron anticiparse en otros 10 robos a bancos que habían planeado milimétricamente.
Usaban un modus operandi ingenioso que comenzaba con una simple tarea de cerrajero. Cambiaban el bombín de la cerradura de la sucursal al tiempo que desactivaban la alarma. Pero sonaba igualmente (ahora están preparadas para sonar siempre). La banda esperaba escondida a que llegara la policía o los vigilantes de la empresa de seguridad y cuando se marchaban creyendo que se trataba de un error, los delincuentes entraban a robar con su llave. Tras agujerear la caja con sus herramientas de oxicorte, y rociar con el extintor para tapar las huellas, se marchaban llevándose las imágenes de su hazaña. Lo tenían todo planificado al detalle, hasta el punto de que acudían a los robos con vehículos robados con placas falsas. Aun así un vecino detectó la huida a bordo de un potente vehículo de alta gama, en mitad de la madrugada, y apuntó el número de matrícula. Fue el primer dato del que tiraron los investigadores hasta identificarlos, seguirlos y por fin darles caza. No fue sencillo, las medidas de precaución eran extremas, contramarchas, cambios de velocidad e incluso compraban las herramientas de una en una en tiendas diferentes y tapados con pasamontañas y guantes para no ser reconocidos por las cámaras de los comercios, o por su ADN.
Ahora la UCO investiga el destino de los 750.000 euros robados porque en los registros sólo han encontrado 20.000, algunos de los billetes todavía chamuscados por las altas temperaturas que alcanza la técnica del oxicorte. Parte del dinero lo reinvertían en los próximos golpes y el resto se repartía a partes iguales entre las familias de los detenidos. Mujeres, hijos, primos, tíos, todos de Orcasitas, vivían de los delitos que cometían los ladrones sin apenas descanso. Cada semana preparaban y actuaban. Se investigan otros 50 golpes que la UCO sospecha perpetraron con el mismo modus operandi en el año 2016. Y se indaga en su patrimonio; Una de las prácticas de estas bandas, que demuestra su evolución, es el blanqueo comprando pisos a nombre de todos sus familiares. De hecho ya no se gastan los botines en el casino, como ha podido comprobar la Unidad Central Operativa, llevaban una vida “austera” totalmente volcada en su empresa de robos.