Carcaño, trasladado a la cárcel de Sevilla para seguir de cerca la búsqueda de Marta

Malena Guerra 21/03/2014 18:49

Miguel Carcaño lleva una semana en la cárcel Sevilla 1. Ha sido llevado a la escombrera cercana a Camas no una vez, sino varias. La policía pidió su traslado desde la cárcel de Herrera de la Mancha para poder disponer de él con rapidez. Le sacaron cuatro días después de que regresara de Zaragoza donde se le sometió a la máquina P- 300. Pero Miguel no habla y no colabora. No ha aportado ni un sólo dato. Y la policía está inquieta. Fue su cerebro el que tuvo un reflejo durante el test de la verdad ante la frase "Marta está bajo los escombros". Una de las doce frases afirmativas que le mostraron.

La reacción ante esa escombrera podría ser porque él pasaba cada día con su moto por ahí cuando vivía en Camas con su antigua novia. Y no porque allí arrojara el cuerpo de Marta, eso no lo resuelve la máquina. Además, la escombrera que ahora peinan fue uno de los primeros sitios que hace cinco años se revisaron con perros y policías a caballo, aunque es cierto que no se excavó.

Han vuelto a Camas porque un equipo distinto de policía, de Madrid, ha revisado las primeras versiones de Carcaño, Samuel y Cuco, que apuntaban al puente del Charco de la Pava, cercano a la escombrera. La policía vuelve a la tesis inicial de que Carcaño no les ha dicho ni una sola verdad, aunque se aferran a la idea de que entre las mentiras escode el lugar donde está el cuerpo de Marta.

El juez del caso no les ha apoyado moralmente en todo este tiempo porque considera a Carcaño un embustero. Durante los interminables rastreos con georradar en la Majaloba, los investigadores excusaban a Miguel porque llegaron a creer que de verdad intentaba colaborar pero no recordaba el lugar exacto en el que enterró en cal el cuerpo de la joven. Y eso que insistía en su versión incriminando a su hermano. Y esa versión suponía que los dos habían ido hasta dos veces a la Majaloba.

El magistrado no se opuso a esas búsquedas, porque no puede tirar la toalla y moralmente sería inaceptable y supondría un durísimo revés para unos padres totalmente desmoralizados. Pero el juez sí repetía y repite a los agentes que Miguel sabe dónde está el cuerpo de Marta y no dice la verdad porque no quiere, aunque todo hace pensar que se muestra aparentemente colaborador para protegerse de la justicia carcelaria. Los presos ajustarían cuentas con Carcaño si descubrieran que el sufrimiento añadido que ha causado a la familia de Marta, lo podría haber evitado hace cinco años.