Laura Cerna no se cortó el cuello después de muerta
Laura Cerna no pudo apuñalarse el corazón rompiéndose el esternón de una cuchillada brutal y a continuación cortarse el cuello hasta desangrarse. Una escena tan violenta como disparatada, o eso es lo que opinamos todos salvo Antonio Gordillo que desde el pasado lunes se sienta en el banquillo de los acusados.
Laura, con 49 años y nacionalidad estadounidense, coincidió con Antonio la madrugada del 31 de agosto de 2010 en un bar de la Avenida de Felipe II en Sevilla. No era el mejor día de Antonio, horas antes había discutido con sus amigos. Adicto a la cocaína, "la blanca" era su menor problema. Antonio tenía un hermano en prisión y el dinero que intentaba hacerle llegar a través de su madre se lo quedaba la pareja de ella. Antonio se desahogó con sus amigos, luego la empredió a puñetazos con árboles y paredes. Cuando Ángel, uno de sus allegados, intentó pararle, Antonio se levantó la camiseta y le enseñó el torso cosido a cicatrices "son puñaladas de mi madre y de mi hermano", le dijo. También les advirtió que estaba en libertad condicional por arrancarle un dedo de un mordisco a un antiguo enemigo.
Pero Laura desconocía los detalles del violento pasado de Antonio, y tampoco lo intuyó esa madrugada del 31 de agosto. Los dos habían bebido y los dos siguieron bebiendo y escuchando música en el domicilio del segundo en la Plaza Alcalde Horacio Hermoso, hasta que por causas desconocidas comenzaron una fuerte discusión. Según el fiscal, los 45 kg de Laura no fueron suficientes para aguantar la lluvia de golpes que le propinó Antonio, corpulento y poseído de una fiebre homicida. El último puñetazo se lo dió a Laura en el lado derecho de la cabeza, ese fue el golpe el que la dejó inconsciente en el suelo. En esa situación, Laura recibió tres cuchilladas en el pecho que le partieron el corazón. Más tarde, Antonio arrastró el cuerpo hasta el cuarto de baño, le quitó la ropa y como no cabía entero en una maleta metió a Laura en la bañera y le cortó la cabeza y el brazo derecho. Antonio dedicó la mañana del 31 de agostó a limpiar la sangre que empapaba el baño desde los grifos hasta los azulejos. Metió el cuerpo de Laura en una maleta roja, la cabeza en una bolsa de deportes y el brazo en otra. Luego salió a la calle y allí se encontró de nuevo con Ángel.
"Ángel me he cargado a una persona, me ha roto el tabique de un golpe y la he matado de un puñetazo...es una mujer, subió a mi casa y yo no quería acostarme con ella, yo no quería acostarme con ella...y en esas salió del baño con unas tijeras, quería clavármelas y por eso le pegué". Ángel le dijo que se entregara, que él mismo lo llevaría a la policía. "No insistas, ya no puedo entregarme porque le he cortado la cabeza...el cuerpo no entraba en la maleta, tienes que ayudarme a deshacerme del cadáver". Ángel se negó y tras pensárselo durante un par de horas acudió a la policía. No le tomaron declaración, pero le ordenaron que esa tarde se volviera a citar con él para sacarle información. Entretanto, Antonio le pidió el coche a una amiga, y a las 16:30 en el vehículo Dacia condujo hasta el Guadalquivir y arrojó la maleta al río. Cuando Ángel v0lvió recorrieron varias calles de Sevilla. En el trayecto, y a pesar de que el inspector de la policía le llamó en un par de ocasiones para solicitar información, Ángel no pudo sonsacarle a Antonio el paradero del cadáver. Finalmente, después de que Ángel le dejara en su casa, Antonio se deshizo del cuchillo en Chipiona (eso le contó a la policía) luego regresó al río y se deshizo de las dos bolsas de deporte con la cabeza y el brazo de Laura. Aquellas bolsas no se hundían, habían cogido aire, asi que Antonio se metió en el río hasta la cintura y las llenó de piedras hasta conseguir que se hundieran. Luego regresó a su casa.
El día siguiente Antonio de camino al trabajo tiró a un contenedor una bolsa de plástico con la ropa de Laura, luego pasó casi una semana encerrado como una fiera en su domicilio mientras la policía intentaba reunir pruebas en su contra. Le detuvieron el 6 de septiembre. Durante el registro de su casa, el luminol de la policía y la luz forense tiñeron de azulado el baño por completo. Quizá fue la visión de todas aquellas manchas azules que señalaban el lugar donde hacía poco hubo sangre lo que le hizo confesar. Antonio pidió un bolígrafo y confesó su verdad en un puñado de folios que remató con un croquis del sitio donde se deshizo del cadáver. En unas horas la policía recuperó los restos de Laura, de su brazo colgaban todavía las pulseras con su nombre.
Según la confesión de Antonio, esa noche Laura quería acostarse con él a toda costa, Antonio la rechazó y ella se volvió loca, le golpeó e intentó agredir a Antonio con un cuchillo que agarró en la cocina, como no lo consiguió entonces se cortó el cuello. Así de fácil, así de imposible. Semanas más tarde, quizá porque ya conocía parte de la investigación y del informe forense, Antonio matizaría a través del escrito de defensa de su abogado que al comenzar la pelea Laura se golpeó ella misma en la cabeza con una puerta, luego cayó al suelo y viéndose humillada decidió apuñalarse tres veces en el pecho. Antonio explica sus contradicciones en que habían bebido mucho y consumido droga, algo que afectaba a su memoria salvo cuando contaba la forma en que se deshizo del cadáver. Los informes toxicológicos no encontraron rastro de estupefaccientes salvo de cocaína que no pudo analizarse por lo mínimo de la muestra. Los informes siquiátricos no descartan que fuera adicto a las drogas y eso le hiciera más agresivo, pero consciente en todo momento de sus actos.
Hoy han declarado los forenses, y antes lo hicieron los policías del grupo de Homicidios de Sevilla. Sus informes son los que enviarán a Antonio derechito a la cárcel, porque para empezar no hallaron ni rastro de sangre en el salón, tal y como decía Antonio. Y para terminar, el informe forense deja bien claro que según la trayectoria y características de las cuchilladas, Laura no se apuñaló a sí misma en el pecho, y mucho menos Laura Cerna se cortó el cuello después de muerta.