Once meses después de la desaparición de Ruth y José y de los tres últimos informes forenses que confirman la naturaleza humana de los huesos hallados en la hoguera de la finca de Las Quemadas, ya hemos perdido toda esperanza y también la fé en que José Bretón confiese la verdad de lo que ocurrió tras aquellos muros. Sólo quedan unas horas para verse de nuevo frente a frente con el juez Laín. Por primera vez Bretón se enfrenta a la acusación en firme de dos asesinatos y a unas pruebas imposibles de rebatir. Y de nada le sirve a Bretón la segunda huelga de hambre que acaba de comenzar en la prisión de Alcolea con los bolsillos llenos de chocolatinas y la cabeza repleta de secretos que ya no le importan a nadie.
No somos los periodistas los únicos que por principios queremos conocer los detalles de estos atroces crímenes. No es morbo, es que necesitamos despejar cualquier duda antes de informar con todo el rigor. Ese es nuestro trabajo, y el del juez Laín es el de hilvanar un relato coherente de los últimos minutos de vida de Ruth y José. Ya lo hizo sin mucha fortuna en el anterior auto de procesamiento, entonces escribió un cuento de terror repleto de suposiciones y falto de certezas empujado por la errática aunque esforzada investigación policial. Ahora las cosas han cambiado, ahora dispone de datos suficientes para escribir un buen guión aunque algunos ya cuestionan su último auto en el que anticipaba, en una suerte de pre-guión, el auto de procesamiento definitivo que sentará a Bretón ante un tribunal más pronto que tarde. El problema es que para terminar el puzzle del caso Bretón, el juez necesita todas las piezas que el presunto asesino esconde en lo más retorcido de su cerebro. La buena noticia es que el juez tiene las piezas fundamentales y que para el juez Laín: "Dos más dos son cuatro".
Lo deja muy claro en su auto de 5 de septiembre. El juez parte de una certeza indiscutible: los huesos de la hoguera son según tres equipos de expertos, y en contra del primer informe policial, de dos niños de 6 y 2 años. A partir de aquí, ahora sí, hace un relato a nuestro juicio absolutamente coherente del suceso: Bretón fue el único que estuvo con los niños desde las 13:30 de ese día. El mismo Bretón cuenta que los lleva a la finca. Que hizo una hoguera en la finca, eso lo dijo él, lo confirman los testigos y los informes del INFOCA de la Junta de Andalucía. Bretón compró 70 litros de gasóleo en los últimos diez días, algo que hacía habitualmente, sólo que ésta vez en la finca sólo se encontraron las garrafas de combustible vacías y cerca de la hoguera. Según el juez, Bretón preparó una pira rectangular que alcanzó temperaturas de hasta 800 grados (lo dicen todos los informes) rodeada de escombros (que luego desperdigó como cuentan los informes) y tapada con una mesa rectangular para refractara aún más el calor ( la policía halló esa mesa encima de la hoguera). Tras más de tres horas de cremación Bretón desmonta la hoguera para que se apague provocando una gran humareda ( el INFOCA detecta la columna a las 5;10 aprox.) Y a continuación se va al parque para preparar su supuesta coartada de la pérdida de los niños (coartada más que desmontada por la investigación policial). Fin de la historia.
Es cierto que quedan preguntas por responder, es cierto que el juez dice "es probable que la muerte de los niños tuvo lugar nada más llegar a la parcela" y "es posible que envolviera sus cuerpos en una sábana antes de quemarlos"...son suposiciones ( de momento) y también es cierto que esos dos detalles no empañan el relato congruente del juez. Ya lo dicen los expertos: Bretón necesitó poco más de tres horas para quemar los cuerpos. Toda la minuciosa investigación policial corrobora el relato con las cámaras de seguridad o los posicionamientos telefónicos. Más claro imposible, lo razona el juez en uno de sus párrafos: "Aunque el encartado no lo reconozca...no resulta imposible concluir que los restos pertenecen a sus hijos ¿Cómo podría Bretón hacerse con los cadáveres de dos niños de esas edades a la vez de que se diera la extraña casualidad de que pierde a sus dos hijos en el parque?"
VÍDEO: Bretón no tuvo tiempo de recoger los huesos
Su abogado, José María Sánchez de Puerta, de los más competentes de Córdoba sabe todo ésto y también que no puede dejar de defender a Bretón. Afortunadamente para cualquier ciudadano, el trabajo de Sánchez Puerta es proteger el derecho a la presunción de inocencia de su cliente, de Bretón y de cualquier otro, hasta el último asalto. Y aunque nos consta que ha chocado con su cliente en sus esfuerzos por dirigir su defensa, Sánchez Puerta no es uno de esos que tira la toalla por muy negro que vea el panorama. Sólo si un abogado cuestiona legalmente cualquier detalle de la investigacion se podrá debatir judicialmente, y llegar a concluir con todas las garantías si Bretón es culpable. Por estas garantías legales y constitucionales, mañana Bretón tendrá la enésima oportunidad de explicar qué pasó en Las Quemadillas y también de demostrarnos que dos más dos no son cuatro.