Incineradoras, máquinas de estrujar huesos... Búsquedas en Internet del presunto descuartizador de Majadahonda
Tras los contundentes informes de ADN con las muestras biológicas y las manchas de sangre recogidas en el garaje de los horrores del presunto asesino de Majadahonda, los nuevos informes periciales del contenido de su ordenador no le benefician precisamente.
Bruno Hernández, el presunto descuartizador de Majadahonda, buscó en Internet desde hace años máquinas de estrujar huesos y máquinas incineradoras caseras para reducir a polvo animales del tamaño de ovejas o cerdos. Su recorrido por la Red no es precisamente un prodigio de normalidad, y según fuentes jurídicas más bien denota una progresión en el tiempo de sus presuntos planes homicidas.
Bruno comenzó buscando cuchillos de tamaño considerable, siguió informándose sobre asuntos de legislación funeraria y terminó buscando como deshacerse de cadáveres. Eso y también buscó en la red la picadora de carne que los investigadores hallaron en su domicilio con restos biológicos y sangre de su tía y su última inquilina. Algo que no sirve de mucho frente un tribunal para condenarle pero sí descubre un perfil cuanto menos inquietante. Los informes también dan cuenta de los anagramas de ETA que se descargó o la pornografía que guardaba en su pc y los expertos no dudan en calificar de contenido similar a la usada por pedófilos. Chamanes, quirófanos, y un interés desmedido por fabricar máscaras idénticas a las humanas, completan el listado de temas de interés del presunto homicida.
Este sobre su ordenador es el último informe que ha llegado a manos del juez mientras los guardias civiles de policía judicial de Madrid que llevan el caso siguen buscando a sus presuntas víctimas en el vertedero de Pinto. Ya han removido la mitad de las 12.000 toneladas previstas, pero mientras atan los últimos cabos de la investigación. Lo último fueron los informes de grafística que demuestran como el presunto descuartizador falsificó las firmas de las dos víctimas, la de su tía en el contrato de usufructo de la casa y posteriormente la carta de despido de su inquilina Adriana. Y ahora el contenido de su ordenador.
Las fuentes judiciales consultadas apuntan que en ambos casos Bruno Hernández hizo desaparecer a sus víctimas con un modus operandi similar y un mismo propósito. Bruno ansiaba, creen, quedarse con el chalet de Majadahonda propiedad de su tía Liria, por eso supuestamente la hizo desaparecer ayudándose de la picadora de carne. Después, y tras alquilar durante años habitaciones de la casa a varios huéspedes, la última le estorbaba. Bruno quería fundar una familia, su pareja está embarazada, y según fuentes del caso, en sus planes no entraba Adriana, la última inquilina.