La llamada de socorro llegó el 29 de julio de 2014 al puesto de la Guardia Civil desde un taller del pueblo madrileño de Villaviciosa. Varios individuos acogotaban a un cliente exigiéndole una deuda que no reconocía. La víctima se resistía. El primer disparo impactó en otro coche del taller, el segundo en su pierna. Los asaltantes se dieron a la fuga con la misma rapidez que llegaron las explicaciones poco convincentes de la víctima llamada David, así que los guardias de policía judicial se sentaron ante un claro caso de ajuste de cuentas y comenzaron a tirar de un hilo que les conduciría a cientos de kilómetros de distancia.
El análisis del móvil de la víctima descubrió un intercambio de llamadas entre el objetivo y los agresores, antes y después del intento de homicidio. Siguieron tirando del hilo. La identidad de la víctima deparó una nueva sorpresa: David era la ex pareja de Ana María Cameno, una burgalesa adicta la cirugía estética y los coches de lujo, más conocida como la “reina de la coca”, que hasta su detención movía envíos de 300 kilos de droga y dirigía el mayor laboratorio en suelo español. Y bajo la premisa de “los delincuentes no le dicen la verdad ni al médico” los guardias veteranos de Villaviciosa siguieron tirando del hilo ésta vez con apoyo judicial.
Ante el juez la víctima declaró de forma sinuosa asegurando que todo era un malentendido, que un tal Tomás al que conoció en prisión se había quedado con el dinero de alguien y le había culpado a él. Seis veces dijo que había sido Tomás y una vez, fruto del despiste, dijo que fue por culpa de un tal Santiago García. No aportó más pero el fallo no pasó desapercibido a los guardias. Siguieron tirando del hilo. Y el hilo les llevó a Santiago García, amigo de Ismael López “El terror de Vallecas”. Ismael, condenado en su día por asesinar al portero de una discoteca de Madrid y al testigo que iba a declarar en su contra, ahora en libertad lideraba una de las bandas más peligrosas de secuestradores que operaba en Cádiz y estaba a punto de ser detenida por la Guardia Civil en la “operación Periplo”. Le detuvieron al final del verano de 2014, acusado de secuestros, torturas y asesinato de un narcotraficante gaditano. Tenían preparados otros cinco secuestros de empresarios a los que vigilaban cada minuto de sus vidas.
Los guardias de Villaviciosa ya habían llegado hasta la madeja y ahora tocaba desenredarla. Con Ismael López ya en la cárcel, los guardias se desplazaron hasta Cádiz, a seiscientos kilómetros de su puesto en el oeste de Madrid, y tras estudiar el tráfico de llamadas de su banda de secuestradores hallaron varias que hizo “El terror de Vallecas” a su hijo anunciándole que le enviaba dinero (unos 12.000 euros) para sus gastos, a través de Valentín García. Valentín es hermano del presunto miembro de su banda, Santiago García, pero el dinero nunca llegó al hijo de “el terror de Vallecas”. Valentín cuenta que el dinero se lo quedó un tal David desencadenando la ira de Ismael que se desplaza hasta Madrid con varios miembros de su banda decidido a recuperar el dinero. Ismael se cita con Valentín en la estación de Méndez Álvaro. Valentín, que conoce bien a Ismael, toma precauciones y acude con chaleco antibalas y una pistola en una mochila. Sin embargo, mientras se hace un pitillo con tabaco de liar una patrulla de policía le aborda pensando que se está fumando un porro. Valentín huye abandonando la pistola y llama a Ismael para explicarle por qué no acude a la cita. Valentín le dio a Ismael teléfono del tal David que se habría quedado el dinero. “El terror de Vallecas” llama al tal David, exnovio de “La reina de la coca” exigiéndole el dinero. David no se amilana, niega tenerlo pero responde que está en un taller de Villaviciosa cambiando una rueda, y hasta allí se desplaza “El terror de Vallecas” con los suyos e intenta secuestrar a David que recibe un disparo en la refriega. El análisis del departamento de balística de Guardia Civil confirmaba que las pistolas requisadas a la banda en Cádiz en 2014 eran las mismas que se usaron en Villaviciosa un mes antes.
Hace un par de días los guardias del equipo de policía judicial de Villaviciosa fueron hasta la cárcel de Zuera para comunicarle a “El Terror de Vallecas” que seis meses después habían resuelto el caso del tiroteo de Villaviciosa. Le imputaban un nuevo intento de homicidio y respondió lacónicamente si no les parecía ya suficiente con todos los delitos de los que se le acusaba por sus correrías en Cádiz como para meterle uno nuevo. La respuesta fue negativa e Ismael regresó a su celda donde se le cuida con esmero porque se dice que familiares de una de sus víctimas han puesto precio a su cabeza: 60.000 euros para el que acabe para siempre con “El terror de Vallecas”.