150 euros para sobornar a dos policías
¿Cuánto cuesta la voluntad de un policía?...¿y de dos?...Lo ignoro, porque ninguno de los guardias y policías que conozco están en venta. Todo lo contrario que Wilmar Alberto, un vecino de Madrid, más familiarizado con lo de sobornar policías que con la normativa de tráfico vigente.
Fue ésta madrugada pasadas las 4:00 cuando los dos policías del Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) de la Jefatura Superior de Madrid le vieron venir en su coche por la calle nuestra señora de Balbanera, en el distrito de Latina. En cuanto el monovolumen citroen gris oscuro vio a los policías comenzó a zigzaguear, detenerse, arrancar de nuevo...una mezcla de indecisión, miedo a la autoridad y algo más, pensó Ricardo, el policía coordinador del turno...Y así empezó todo, porque el conductor parecía no percatarse de que conducía sin el cinturón de seguridad. Normal, pensaron los policías, el hombre se habría despistado por culpa de la animada conversación que mantenía a traves de su teléfono móvil mientras se esforzaba en sujetar el volante con la mano que le quedaba libre. ¿Era posible cometer más infracciones a la vez?. Sí. Wilmar Alfredo, el solito, estaba a punto de inmolarse en el altar de la Seguridad Vial.
Los policías le hicieron señas para que detuviera el vehículo. Wilmar intentó explicarse si éxito, la lengua se le había quedado pegada al paladar. Sus pupilas habían crecido de forma desmesurada y su cara irradiaba un calorcito amable. En el ambiente flotaba tal aroma a alcohol que una chispa podía provocar una deflagración. "Documentación por favor" dijeron los policías. "No tengo carnet de conducir" respondió Wilmar con tranquilidad. "Salga del coche..." dijeron los policías. Pasaron unos minutos y Wilmar se decidió a salir del coche por fin. Toda una aventura cuando apenas puedes mantenerte en pie. De hecho, se cayó al suelo. Y aunque Wilmar sólo tiene 24 años, no tiene un pelo de tonto. En un momento de lucidez llegó a entrever que estaba metido en un pequeño aprieto, y en un espasmo de decisión se echó la mano a la cartera y esgrimió ante los dos policías de Madrid 150 euros "si se olvidan del asunto, porque yo quiero colaborar". No les convenció. En realidad los policías Ricardo y Carlos hicieron como que no le estaban viendo. "démosle una oportunidad, pensaron, a lo mejor hemos entendido mal...". Pero Wilmar el espabilado volvió a la carga con el puñado de billetes y su particular colaboración con el CNP. Wilmar incluso creyó que lo había conseguido pero la respuesta de los policías le devolvió a la realidad. "sr. Wilmar está detenido por intento de cohecho ( soborno ) con dos funcionarios públicos...".
Eso no era todo. Los dos policías del "zeta" (coche patrulla del CNP) llamaron a la Policía Municipal. Minutos después, el aprendiz de corruptor de policías reventó el alcoholímetro. El arrojado conductor superaba los 0,75 miligramos de alcohol por aire expirado cuando la tasa está en 0,25. Allí mismo le informaron que le acusaban de dos delitos más, ésta vez contra la seguridad vial. Wilmar se metió los 150 euros en el bolsillo y entró en el coche patrulla. No parecía demasiado inquieto, se quedó dormido camino de la comisaría de Latina. En dependencias policiales sólo acertó a explicar "es que tomé 15 aguardientes....". Hoy sigue en el calabozo. En cuanto acabe de dormir la mona lo pasarán a disposición judicial.
A los policías nacionales que le detuvieron les queda la satisfacción de haber sacado ese peligro público de la calle, y la duda de si Wilmar se acordaría de la noche que protagonizó una más de las rocambolescas historias que cada madrugada animan las calles de Madrid.