Una investigación de 15 años, diez equipos de policías de la Udev central especializados en desapariciones y homicidios, varios comisarios y fiscales que no consiguieron pruebas, prácticamente ningún indicio, y ahora de repente la Guardia Civil de Coruña ha detenido a principal sospechoso de la desaparición y presunto homicidio de María José Arcos. La noticia está ya en todos los titulares pero, ¿alguien se pregunta como hemos llegado hasta aquí?, ¿por qué está siendo tan difícil saber el motivo de la detención? ¿ qué es lo que ha cambiado?. Nosotros sí hemos hecho los deberes y el resultado es, como mínimo, sorprendente. Ésta es la historia de la resurrección de una investigación que al revés de lo que dicen los titulares, está lejos de cerrarse con éxito.
En julio de 2010 la juez de Ribeira finalizó con éxito la investigación de un homicidio de la mano del equipo de policía judicial de la Guardia Civil de La Coruña. Quedó tan satisfecha la magistrada que, pese a que el caso era de la policía, ofreció a los guardias investigar de nuevo la desaparición de María José Arcos en Corrubedo. Ellos, conscientes del compromiso en el que les ponía la jueza, se negaron a hacerlo sin una orden por escrito. Lejos de desanimarse la jueza lo ofició. Así fue como desde septiembre de 2010, 14 años después, los ojos vírgenes de los nuevos investigadores repasaron un sumario interminable repleto de declaraciones. Para ellos todo era nuevo y creyeron que el testimonio del sospechoso tenía lagunas. Y las tenía, por eso repitieron algunas declaraciones de testigos. En su primera declaración Ramiro dijo que el día de la desaparición de María José, él estuvo en cama con fiebre. Ahora los guardias han encontrado a una de las mujeres que mantuvieron una relación con el cámara de televisión en esa época (tenía varias novias). Esta chica cuenta que ese día fue a ver Ramiro y éste no estaba en casa. Sin embargo la nueva declaración no tiene tanto valor como parece, porque el mismo Ramiro en declaraciones de entonces terminó admitiendo que el día de la desaparición había estado con María José unos minutos antes de marcharse a comer con su madre. Así las cosas los guardias no querían detener a Ramiro sin tener algo más, pero el nuevo juez, igual de entusiasta que su antecesora, ha insistido. No hubo manera de convencerle, ni siquiera la oposición del fiscal del caso hizo que cambiara de opinión. El juez ordenó la detención, y anoche los guardias arrestaron a Ramiro.
Así sucedió y así hemos llegado a esta situación. Los policías de la Unidad de delincuencia especializada y violenta de la Policía sospecharon durante años de Ramiro. Ellos, que descubrieron las contradicciones del sospechoso pero no consiguieron hallar pruebas de cargo en su contra, están ahoras espectantes. Son los mismos policías que nunca pudieron probarle nada, a pesar de descubrir que ese día Ramiro se vio con la chica, que tenía un barco con el que deshacerse de un cuerpo, que tenía fincas donde enterrarlo, que el asiento del conductor del coche de la desaparecida ( abandonado junto a un faro ) estaba colocado para un conductor más alto y voluminoso que la chica, y sobre todo que la coartada de Ramiro era buena salvo un agujero de sesenta minutos. Esos policías también interrogaron a testigos que vieron a la chica en varias ocasiones estudiando sobre una piedra junto al mencionado faro, e incluso hablaron con el farero que confirmó haber visto el coche de la chica desde hora temprana haciendo imposible que Ramiro lo hubiera llevado hasta allí. Los de azul removieron tanto el pasado de Ramiro que creyeron encontrar una personalidad fria y torcida. Los policías piensan que Ramiro también mató a un músico con el que salió de copas para discutir sobre la relación que mantenía el sospechoso con la mujer del músico. Eso fue en 1990, seis años antes de lo de María José. Pero los policías con el paso del tiempo, desanimados al prescribir el caso del músico y sabedores de que los testigos veían a María José Leer sobre una piedra de la escollera del faro, pensaron que quizá fue un golpe de mar lo que hizo desaparecer a la joven. Los policías saben que con lo que hay no se puede acusar a Ramiro, incluso dejan abierta una pequeña posiblidad de que el sospechoso sea inocente. Son investigadores rigurosos y, al revés que otros, admiten que la realidad les ha estropeado un buen caso.
Ahora los policías esperan que esta nueva investigación de la Guardia Civil saque a la luz los datos que les faltaban, o los que algunos testigos ocultaron durante 15 años. No les molesta que el caso lo lleve la Guardia Civil. Esta vez se trata de que el crimen, si fue un crimen, se resuelva. Aunque después de tantos años de trabajo minucioso y ansioso, los policías no creen en milagros.