Disculpe señor cura pero no recuerdo como se llama mi marido (bodas de conveniencia en Sabadell)
Es el negocio de moda. Es tal la oferta para amañar matrimonios de conveniencia, son tantos los que por dinero se ofrecen a casarse con un extranjero necesitado de papeles de residencia, que el precio ha bajado a la mitad. Es la ley de la oferta y la demanda. Si hace un año un inmigrante ilegal pagaba cerca de 8.000 euros por "una boda blanca" ahora la consigue por 3.500 o menos. Hay tantas, que los trámites para contraer matrimonio en los registros civiles se han endurecido hasta el límite.
Y aquí es donde entra en escena el padre Carlos y la banda de "apañadores de matrimonios" más perezosa que ha dado ésta delictiva actividad desde su asentamiento en España. Los "cerebros" de la trama, vecinos de Sabadell, te montaban un enlace falso en menos de tres semanas. Un locutorio captaba a los inmigrantes necesitados de papeles y en un bar de la calle Muntaner que hacía las funciones de cuartel general se contactaba con los españoles dispuestos a casarse a cambio de los tresmil euros. Dicho y hecho, cruzaban la calle y se casaban en la iglesia situada justo enfrente del bar. Mucho más fácil que en el registro, en la iglesia del padre Carlos. El mismo al que la benevolencia y caridad cristiana cegaron su criterio sofocando cualquier sospecha. Mucha benevolencia y caridad si tenemos en cuenta que los protagonistas de las bodas se intercambiaban los papeles de la comedia, unas veces contrayentes y otras testigos, y siempre de origen dominicano. Sin embargo, llegó un día en que el párroco, no sabemos si iluminado desde las alturas cayó del caballo como Saulo de Tarso y vió la luz. Fue un día en que a punto de oficiar la boda preguntó a la novia el nombre de su futuro marido. La respuesta fue un "...disculpe padre pero lo he olvidado..." y a continuación la novia abandonó la iglesia con una excusa peregrina. "A esa no la casé, que conste eh!" le decía el cura a nuestra reportera Desirée Hernández. Y a ella, que las coge al vuelo, le faltó tiempo para preguntarle "¿y no se dió cuenta de que no era el amor lo que les movía a casarse?" "Es doloroso que ocurran éstas cosas" respondió.
Finalmente, no por miedo al padre Carlos ni por respeto a su jefe en lo espiritual, los "apañadores de bodas" se mudaron con sus negocios a otras tres iglesias de Sabadell donde siguieron a lo suyo hasta sumar medio centenar de bodas. Así hasta que los policías de la comisaría y de la Brigada de Policía Judicial de la Jefatura Superior de Cataluña se extrañaron ante la súbita oleada de amor a la que habían sucumbido decenas de vecinos dominicanos de esa población catalana. ¿Sería por que todos estaban en situación irregular o porque en decenas de casos las novias trabajaban en un prostíbulo también de Sabadell? Fue simple deducción, sin concurso celestial, como los policías llegaron a la conclusión de que allí algo fallaba. Eso y un par de visitas a domicilio. Los policías se presentaron en casa de unos recien casados. Abrió la puerta la presunta suegra y ésta fue su respuesta: "aquí vivo yo, ...¿mi hijo casado? pero si es soltero y vive aquí conmigo..." En el siguiente domicilio, el marido tardó exactamente 5 minutos en confesar a los policías que anotaban en la salita de estar que no se acordaba del nombre de su mujer, que nunca vivió con ella y que fue un matrimonio de conveniencia.
En total fueron42 detenidos contando con los dueños del bar, con varios detenidos en el locutorio y el resto de la trama. Los arzobispados de Tarrassa y Sabadell ayudaron en la investigación y los investigadores no dudan de la buena voluntad del padre Carlos...y de que no participó en la trama voluntariamente. Lo mismo que le decía a nuestra reportera la señora que se encarga de la limpieza de su iglesia "yo por el padre Carlos pongo la cabeza en el fuego". Eso sí que es un acto de fe y no ser socio del Mirandés Club de Fútbol.