Nuestros delincuentes se hacen mayores
Villa de Vallecas, Las Torres de Villaverde, el Ventorro de Getafe…sus barrios les vieron nacer entre peleas de perros, carreras ilegales y pequeños robos. El resto de los madrileños les hemos visto crecer en los titulares de sucesos. Siempre protegidos por un entorno familiar hostil con la policía, donde les aplaudían sus hazañas y se beneficiaban del botín.
Hace una década que nuestros delincuentes patrios se diplomaron en ese ambiente de impunidad. Todavía eran menores de edad cuando se colocaron al volante de potentes coches robados para estrellarlos contra los escaparates de las tiendas de lujo o los patrullas de la policía o guardia civil que les salían al paso. No eran valientes, sólo jugaban con ventaja. Es fácil despreciar la vida de los demás cuando sabes que el sistema protege la tuya y todos tus derechos. Se creyeron protagonistas de una de esas películas que chorrean adrenalina, sexo y velocidad. Sus novias les ayudaban controlando las emisoras policiales con sus escáners, el vecindario obstaculizaba a los policías que les perseguían cuando regresaban quemando rueda con el botín, y sus familias les ayudaban a ocultar el producto robado. Nuestros prometedores delincuentes se comportaron como se esperaba, gastando millonadas en coches de lujos a nombre de terceros, y despilfarrando miles de euros en juergas y prostitutas.
La mayoría cambió al cumplir los veinte años y una decena de detenciones. Cuando te pasas el tiempo en calabozos y prisiones valoras más a tu chica porque es la única que llama a un abogado y esconde pruebas que dejaste olvidadas. Tenían mujer e hijos, toda una vida criminal por delante y lo de los alunizajes era demasiado peligroso. Los butrones no. Hacer agujeros para reventar cajas fuertes de joyerías está menos penado, es menos peligroso y aporta mayores ganancias. Entonces el dinero se lo gastaban en caras operaciones de estética para sus mujeres, o como “El Isma” en DisneyWorld o en viajes de Navidad en Nueva York. “El piojo” no anduvo muy listo, y el año pasado le trincaron por regalarle a su mujer uno de los 200 bolsos robados tras un alunizaje en la tienda de Loewe.
Ahora nuestros delincuentes ya se han hecho mayores. Tienen más de 30 años, son más listos y aprenden de los errores. Se estudian las diligencias policiales para enmendar los fallos por los que les atraparon la última vez. Saben que a su edad y en su “medio laboral” o te especializas o “te jubilan”. Ahora, como hacía “El Vitorio” se estudian el “manual técnico de Ganzúas de José Luis Gómez Ulla”, o como hace “El Taca” se recicla en cursos de cerrajería o construcción para manejar a la perfección el oxicorte (“la lanza térmica” para reventar cajas fuertes).
De todos, “El Taca”, madrileño de 35 años, es el que mejor conoce la fórmula “Formación y promoción”. Se le conoce como el mejor del gremio para reventar cajas de caudales con lanza térmica. “Lo que otros hacen en 45mn, yo lo hago en la mitad”. Presume de cobrar el 30% del botín de cada asalto en el que le contratan. Y hace unos meses que se mudó de casa porque según cuenta, “mi familia estaba agobiada por la cola de gente que se formaba en la puerta de casa para contratarme”. Y tanto “El Taca”, como los demás, han aprendido a huir del despilfarro y diversificar el negocio. Lo invierten y se aconsejan de abogados y especialistas. Sólo “El Taca” tiene tres chalets y una casa en la playa.
En cada operación policial, el inspector jefe Carlos del Valle, jefe de sección de la UDEV Central del Cuerpo Nacional de Policía, intenta cazar a los testaferros familiares que custodian las cuentas bancarias de los butroneros. “Ahí es donde más les duele”. Tiene razón. Lo demás no funciona. Hoy Malena y yo hemos contado en Telecinco y Cuatro TV la detención hace unos días por parte de la UDEV de “El Taca” y 17 de sus cómplices acusados de 40 robos. Las imágenes de la detención revelan como “El piojo” lleva el mismo abrigo que en su anterior arresto hace ya un año. Hoy están de nuevo en libertad. Los robos, en varias provincias españolas, los llevan juzgados diferentes. No es la primera vez que ocurre. Si se unieran todos los robos en un mismo juzgado se les podría imponer penas más severas que impliquen prisión provisional. Nuestros delincuentes maduran más rápido que la Justicia. El inspector jefe Carlos del Valle no tiene dudas: “Ellos son el futuro de nuestro crimen organizado”.