El Chicle confiesa que trasladó a Diana Quer en el asiento del copiloto de su coche
El presunto asesino de Diana Quer declaró tres veces, pero sólo en una conversación extraoficial admitió haberla asesinado. Confirma que, tras atropellarla, la trasladó en el asiento del copiloto de su coche hasta el lugar donde se dehizo del cadáver.
José Enrique "El Chicle" no tendría que estar detenido y menos en prisión aún, al menos ese era el plan inicial de los guardias de Coruña que desde abril le señalaban como el principal sospechoso de la desaparición de Diana Quer. Ni siquiera después de que la jóven a la que asaltó el día 25 de diciembre le reconociera sin dudar ante los guardias civiles. No le iban a detener, aún no.
La prioridad era aguantar y vigilar con la esperanza de que la tensión que soportaba "El Chicle" le impulsara a cometer el error de llevarles hasta el paradero de Diana. No le detuvieron el día 26, tampoco el 27.
Sólo le detuvieron el día 28 tras la filtración de que un fuerte contingente de guardias de la Unidad Central Operativa se habían trasladado a Coruña urgentemente tras su asalto fallido a otra mujer.
La filtración precipitó su detención y una carrera contrarreloj para sonsacarle en menos de 72 horas, antes de pasarle ante la jueza, el lugar donde escondía los restos de Diana. Primero fue el cuartel de Padrón, luego los calabozos de la comandancia de la Guardia Civil en Coruña. Y la detención de su mujer, Rosario, acusada de complicidad.
Fue Rosario la que demolió los frágiles cimientos que todavía sostenían en pie al Chicle. Rosario le retiró su coartada, la misma que encubrió a su marido hace meses cuando le interrogaron como testigo. "El Chicle" siempre admitió que había estado en feria, la noche y el lugar en que desapareció la joven madrileña Diana Quer, pero la coartada que le daban su mujer y varios allegados con sus mentiras le situaban fuera del horario del crimen.
Esta vez, al retirarle la coartada su mujer, "El Chicle" perdió la poca seguridad que le quedaba. Los interrogadores, encabezados por un veterano teniente de la Unidad Central Operativa, fueron al grano desde el primero momento. Le habían leído los derechos por el caso Diana Quer y el primer interrogatorio al que le sometieron se centró al 90% en caso Quer, y de refilón la última tentativa de secuestro del 25 de diciembre.
El comportamiento de José Enrique fue caótico desde el primer momento, acorralado, respondía con titubeos, imprecisiones. Tras cinco horas de asedio en ese primer interrogatorio llegó su primera confesión: atropelló a Diana esa madrugada, asustado por que tenía antecedentes y podía volver a la cárcel, la metió en su alfa romeo gris metalizado y puso rumbo a su casa, a Rianxo, pero por el camino arrojó el cuerpo de la jóven a la ría. Incluso señaló con pelos y señales el lugar exacto donde se deshizo del cuerpo, pero los guardias no le creyeron.
"El Chicle" mantuvo que arrojó el cuerpo de Diana a la ría en el puerto de Taragoña, justo donde se perdió el rastro de su móvil por última vez. Acorralado José Enrique mentía apoyándose en los datos que los periodistas habíamos publicado. No encajaba. ¿Pará que deshacerse ahí del cuerpo y quedarse con el teléfono de su víctima para unos kilómetros más adelante intentar destruirlo? Cuando rompió el teléfono de Diana y lo arrojó al mar, pasado ya el puerto de Taragoña, "El Chicle" pretendía borrar cualquier pista del lugar al que se dirigía con la chica, luego Diana todavía estaba en su poder. Además esa noche en la zona había numerosos testigos que fueron interrogados por los investigadores, y se peinó hasta el hartazgo los alrededores. No le creyeron y volvió al calabozo.
Hubo que esperar un rato hasta la segunda declaración y una segunda confesión. Ahora José Enrique quería cambiar el guión. Su historia se mantenía en lo esencial: atropelló esa noche a Diana por accidente. Pero esta vez "El Chicle" dijo que para aliviar el dolor de la familia ( y de paso lograr el beneficio legal correspondiente sabedor de que su mujer le dejó sin coartada ) descubriría el verdadero paradero de la chica. Estaba en un pozo de la antigua fábrica de muebles de Asados, Rianxo, dijo. Y allí la encontraron. Siempre negó haberla agredido sexualmente y asesinado posteriormente.
Y minutos después llegó la tercera declaración y con ella la tercera confesión de "El Chicle", un interrogatorio ya centrado en la tentativa de secuestro del día 25 de diciembre. José Enrique insistió de nuevo en el atropello de Diana pero ya de forma escueta y respondió con negativas a las preguntas sobre la tentativa de secuestro de hace unos días.
Su cuarta confesión no está escrita ni fue hecha en presencia de abogado. Sucedió antes que las otras tres, y habló de Diana, de que se resistió, de violación y asesinato pero más que una confesión fue un cúmulo de insinuaciones y comentarios embrollonados a los guardias que no repitió en ninguna declaración. Ninguna de sus tres declaraciones oficiales recogen, según fuentes del caso, una confesión de asesinato que si tuvo lugar, lo fue fuera del margen de la ley. Lo que confesó ante los guardias está escrito ( una frase que repiten de forma literal todas nuestras fuentes ) y eso es lo que ha recibido la juez. Un presunto accidente y el lugar donde escondió el cadáver de una víctima inocente, pero esto no ha hecho más que empezar y "El Chicle" tiene mucho más que explicar que su increíble versión de la desaparición de Diana Quer.