14 comisarios fulminados de una tacada ! (surrealismo en la policía española)
En Madrid, la policía está patas arriba. La tensión en la Jefatura Superior ( la de mayor importancia de España) es tal que el edificio de la calle Doctor Federico Rubio y Galí amenaza con fracturarse por la mitad tragándose a la cúpula policial que según el nuevo ministro de Interior es el puntal del Estado. Sólo sobreviviría el chalecito del GRUME, una isla entre tanto malestar y cabreo generalizado.
¿Y quién es el responsable según la mayoría de las fuentes consultadas? Pues el mismísimo Jefe Superior Alfonso Fernández Díez. Dicen, los que sirvieron bajo su mando y siguieron su trayectoria en la Policía Foral de Navarra que su nombramiento hace tres semanas era lo más parecido a colocar a un boxeador (con guantes y todo) al frente de una operación de micro-cirugía. En una Comunidad como la de Madrid con serios problemas de inmigración, manifestódromo de todo tipo de tendencias, hogar de las difentes formas de criminalidad organizada conocida y por conocer y escenario de todas las recalcitrantes formas de "15m's", "indignados", "yonopago" y otras novedosas formas de tomar las calles, es absolutamente necesario una persona firme pero de talante negocionador, sutil en las formas y certero en el golpe.
No sabemos nosotros si esas características coinciden, de momento, con el nuevo jefe superior de Madrid que dos semanas después de su nombramiento destituyó a 14 comisarios de una tacada provocando una oleada de indignación hasta ahora nunca vista en ésta plaza. Entendemos que la llegada del nuevo Gobierno a la Nación y del nuevo ministro de Interior venga acompañada del nombramiento en las altas esferas policiales de sus nuevos cargos de confianza. Y eso que ésta vez , el número de ceses en los mandos policiales de niveles 1 y 2 va camino del record absoluto, tras despedir a 5 comisarios generales, 2 subdirectores, 3 jefes de División y 11 ! jefes superiores. Todo ésto entra dentro de lo comprensible e incluso recomendable, pero lo que nunca se había hecho hasta ahora es cesar de golpe a 14 comisarios de distrito o secciones de investigación que son de nivel 3. Es decir, gente operativa y profesionales de la seguridad, poco o nada marcados politicamente. Los motivos, según fuentes cercanas a los fulminados, la pereza, la falta de confianza, etc...
Y eso no fue lo peor. Lo peor es que sólo tres días después, el jefe caía en la cuenta de que el despido de 14 profesionales y su sustitución (ojo que entre los que le sustituirán hay tantos buenos profesionales como entre los que presuntamente se van) no estaba ajustado a la normativa. Resulta que hay dos sentencias previas que dejan bien claro que no se pueden hacer nombramientos «a dedo», y que los cesados deben ser reemplazados por concurso de méritos, y otros requisitos. Por cierto, el director general de la Policía Ignacio Cosidó dijo en su discurso de toma de posesión aquello de "No se va a volver a ascender a dedo en la policía". Lo cierto es que una vez que el nuevo jefe superior de Madrid se enteró de éstas "nimiedades" envió un correo electrónico que dejó, aún más sorprendidos a los comisarios que acababa de cesar sin darles a cambio destino alguno. El correo del nuevo jefe superior, Alfonso Fernández Díez, arrancaba "Te dirijo la presente para solicitar disculpas, ante las comunicaciones orales y personales que acerca de los proyectos de cambio, que se pensaban acometer por esta Jefatura" seguía explicando que todo obedecía a un problema jurídico y pedía disculpas de nuevo por "los quebrantos" que podría haber causado. El último párrafo del mensaje es, como poco, surrealista. El jefe le pedía a los mismos que había cesado por falta de confianza, pereza o malos resultados, que fueran "reservados" hasta que se solucionara el problema y de paso, les dice que confía en que mientras tanto seguirán desempeñando su trabajo con la misma actitud y dedicación de los que pertenecemos con orgullo a la Escala Superior. Es decir, que el nuevo jefe superior de policía de Madrid le pedía a los mismos que tres días antes había despedido por falta de confianza y de resultados, que siguieran siendo profesionales de confianza y con resultados. El jefe de un detalle nada desdeñable: que había dejado con "el culo al aire" a los que sí eran de su confianza e iban a ocupar los nuevos puestos, desencadenando un maremoto de malestar entre cargos intermedios de la policía que jamás habían sido cuestionados políticamente.
No vamos a hacer sangre mencionando que descabezar 14 comisarías, secciones de investigación o lo que sea, todas de una tacada, quizá afecte a su operatividad y por supuesto al servicio al ciudadano. Y que, por cierto, todo ésto no hemos podido consultarlo en persona con el nuevo jefe superior porque es el primero en 15 años que "pasa" de hablar con los periodistas el día de su presentación. Otra de la cosas de las que ha prescindido, de momento, es de la buena costumbre que tenían los jefes anteriores. Ellos, los señores (por orden) Redondo, Rubio, Barón, Rancaño, Zurera y Corrochano (al menos los que tuvimos la suerte de conocer personalmente) fuera cual fuera su color político siempre cuidaban de recibir más o menos por igual las visitas-desayunos de todos los periodistas sin distinguir medio, porque como bien saben los otros 50.000 policías, el color del collar (o del medio de comunicación en que trabaje) no define al periodista de sucesos. Sobre todo a los periodistas de sucesos, más pegados a la calle y a la gente que a un color político. Cosa esta última que por cierto no nos interesa demasiado.
Sí que nos interesa el futuro de todos esos comisarios/as