En un juzgado de Madrid, casi a hurtadillas y lejos de los objetivos de las cámaras. El objetivo de Josefina Lamas era impedir que los medios grabaran su imagen. El objetivo del juez de Córdoba es averiguar si la forense, ahora imputada por un delito de injurias a sus compañeros, mentía o no cuando en el juicio de Bretón acusó indirectamente a los policías de “irse de copas con los huesos de los niños”.
Y Josefina comenzó eligiendo el campo de juego. Tenía que declarar en Córdoba, pero consiguió evitarlo a cambio de hacerlo en Madrid con total sigilo. No se deshizo en explicaciones. El trámite no ocupa más de dos folios, y su declaración un par de párrafos. La mitad de su discurso lo utilizó para desmentir que fuera antropóloga forense y dejar claro que es licenciada en medicina y cirujía. El resto lo empleó en confirmarle al juez que había oído el comentario de que “los huesos de los niños se fueron de copas” y fue un compañero de la policía de Córdoba quien le hizo el comentario en primer lugar, y otros se lo repitieron más tarde.
Fin de la comparecencia. Ni un paso atrás, pero tampoco hacia delante. La conocida como “forense” del caso se siente maltratada por sus compañeros y con la coartada de la necesidad de revelar la verdad, durante el juicio insistió en desvelar supuestos errores de la investigación, incluidos rumores (ella los catalogó así durante el juicio) que pueden perjudicar el caso. Todo por limpiar su imagen. Y ahora le llega el momento judicial de dar explicaciones imputada de un delito de injurias y calumnias a funcionarios.
Lo triste del asunto es que aunque pudiera tener razón respecto a que el trato que recibió de sus superiores no fue el más correcto, eso no justificaba que llevara su pelea hasta el tribunal que juzgaba a Bretón. Josefina tiene todo el derecho a pensar que la presentaron como la única culpable del terrible error en la identificación de los huesos de los niños como de animales al inicio de la investigación. Y para eso, se ha defendido con éxito durante la investigación interna del expediente que se le abrió. Sus jefes la dispensaron del error, incluso hablaron de que lo normal habría sido darle más tiempo para el análisis. Pero Josefina quiso llevar su defensa personal hasta el tribunal que juzgaba a Bretón y allí soltó su bomba “escuché que los huesos se habían ido de copas” dando alas a la defensa de Bretón en su intento de tirar el caso por una supuesta ruptura de la cadena de custodia de las pruebas.
Parece que algo ha cambiado cuatro meses después. Ayer, ante el juez, volvió a repetir lo que dijo durante el juicio, pero no se deshizo en explicaciones. Admitió lo que dijo ante el tribunal de Bretón y nada más.