El juez José Antonio Vázquez Taín , instructor del caso Asunta, estrena libro mientras esperamos que otro juez, el magistrado que presidió el juicio, dicte sentencia. El título del libro “Matar no es fácil” encaja a la perfección con el asesinato de Asunta. Y aunque el juez Taín no ha escrito ni una sola línea sobre su propia investigación, el título nos hace reflexionar sobre el crimen de Asunta porque nadie entiende todavía cómo dos padres planificaron juntos la muerte de su hija y sobre todo por qué la mataron.
El título le vino a la cabeza a Taín un día que le preguntó a un preso por qué había matado. Se dio cuenta entonces de que en España se cometen más homicidios que asesinatos, precisamente porque es muy complicado planificar y no tener dudas que te impidan llevar a cabo el plan.
En ese relato , Vázquez Taín, escribe sobre 50 sucesos mediáticos a los que da una respuesta; la motivación que llevó a matar a esos asesinos. Y en todos ellos la respuesta la encuentra en los siete pecados capitales. “Los siete pecados capitales son la mejor definición de las motivaciones humanas, sobre todo, cuando es para el mal” sentencia el juez. Lógicamente queremos su opinión sobre qué pecado capital llevó a Rosario Porto y a Alfonso Basterra a cometer el crimen. Nos ayudaría a comprender el móvil pero tendremos que esperar.
José Antonio Vázquez Taín es un hombre afable, cariñoso, humilde y extremadamente puntilloso. Tanto que en sus interrogatorios a veces lo hemos visto muy incisivo e incluso echar mano del sarcasmo. “Un interrogatorio no es una caza al mentiroso” nos explica. Aunque un juez está precisamente ahí para averiguar qué es verdad y qué es mentira. Por eso tenemos que preguntarle por Rosario Porto, a la que vio llorar cada vez que interrogó: “Quizá la tensión nerviosa le pudo muchas más veces y quizá estuvo más afligida en el juicio que en la fase de instrucción”, nos dice. Nos preguntamos si Charo dramatizó más de la cuenta en el juicio por pura estrategia, pero el juez prefiere no darnos su opinión.
En el juicio, Alfonso Basterra tuvo un comportamiento chulesco y agresivo, y habló con mucha inquina del juez Taín. Él prefiere no opinar, pero si recuerda las “broncas” que protagonizó Basterra durante las declaraciones en fase de instrucción. Esa expresión corporal que todos vimos, tiene una respuesta para Taín: “Se siente incómodo siendo acusado y muestra su desagrado haciendo gestos continuamente”. No sabemos si, por estrategia, Basterra pensó que eso le hacía parecer menos culpable, pero la realidad es que quizá al jurado popular le pareció todo lo contrario, más culpable.
Vázquez Taín quiere creer que el jurado no se dejó llevar por los sentimientos a pesar de reconocer la dificultad para esos nueve ciudadanos a los que pidieron que sólo juzgaran si los hechos estaba probados o no, dejando atrás todo cuento inevitablemente había escuchado o leído sobre el caso. “Nosotros no juzgamos a las personas, juzgamos los hechos. Si su comportamiento en el juicio les benefició o les perjudicó, entonces el veredicto está contaminado”, concluye.
Entramos en terreno movedizo, el veredicto: “Como ciudadano puedo dar una opinión pero no debo porque también soy profesional. Y como profesional ya la di cuando redacté el auto de apertura del juicio oral, y debo mantener esa opinión”. Su auto se ha visto refrendado por el veredicto del jurado popular al considerar que Alfonso Basterra participó directamente en las asfixia de Asunta.
La pregunta obligada que nos suscita el veredicto es cómo han podido dar por probado que Basterra subió al vehículo de Rosario para ir a la finca de Teo, si ninguna cámara lo grabó y no existe ni una sola prueba de que Alfonso estuviera en Teo. Y la respuesta nos la da el juez: “No hay ninguna norma que establezca que una prueba vale más que otra. La única regla es el sentido común”. Un sentido común que el juez valora positivamente en el jurado del caso Asunta.
Lo que intenta explicarnos es que en una sentencia el minuto a minuto no está nunca probado. Ahora bien, si está probado que Basterra salió de casa con Asunta a las 18:20 y a esa hora Rosario recogió a su hija con el coche y las cámaras las grabaron, se puede deducir que Alfonso subió al vehículo en la parte trasera. Si además su teléfono móvil estuvo apagado toda la tarde, se puede pensar que es porque estaba en la finca de Teo durante el asesinato de su hija. En Derecho se llama inferencia, un hecho infiere a otro aunque no haya prueba de cargo de todo el relato.
Nuestra curiosidad nos lleva a preguntar si esas deducciones ponen en peligro la sentencia y la respuesta de Taín es sencilla: “Si el juez no le ha devuelto el veredicto al jurado es porque lo considera suficiente para hacer un relato de hechos probados, completo”. Lo bueno de nuestro sistema garantista es que esas aparentes “lagunas” del veredicto podrían abrir la puerta a los recursos. Y eso es bueno porque otros jueces tendrán que valorar las pruebas de nuevo. Y serán esos jueces los que resuelvan si el veredicto de Asunta está bien motivado, y si el relato de hechos de la sentencia, es sólido.