En Osuna (Sevilla) todos le conocían a él y a su estirpe, pero "El Lecherita" nunca quiso continuar con el negocio familiar. La vida le llevó por caminos escarpados hasta que hace un año encontró "otro negocio" que le satisfacía más que la venta de leche: el asalto con armas de fuego a viviendas de zonas rurales andaluzas.
Desde luego no era un estilista del crimen, "El lecherita" reunió a su banda, en principio cuarteto, y se dedicaron a recorrer cientos de kilómetros en su coche hasta que localizaban una casa apartada. Así, sobre la marcha. Entonces se escondían cerca de la entrada y esperaban que sus propietarios regresaran del trabajo. En el momento en que las victimas abrían la puerta de la vivienda, los psicópatas atracadores se les echaban encima armados con palos y los molían a golpes sin mediar palabra. Su objetivo era robarles y saquear sus casas. Aterrorizadas, la víctimas de Córdoba, Sevilla, Cádiz o Málaga, sólo podían asistir impotentes al asalto, salvo uno de los atracados que se quedó hipnotizado por el cinturón del que parecía el cabecilla de los atracadores. Un cinturón coronado por una impresionante hebilla con la forma de una Cobra. ¿Alguien dudaba que los ECO (Equipos de Crimen Organizado) de la Guardia Civil de Málaga iban a llamarle "operación Cobra" a la investigación para acabar con estos bandoleros?
Entre tanto la banda se hacía cada vez más osada en sus golpes y más violenta en sus atracos. Una buena noche irrumpieron en un chalet del pueblo gaditano de Algodonales donde se celebraba una reunión terapeútica con decenas de asistentes que querían dejar de fumar. Algunos debieron dejarlo pero del susto que les metieron los atracadores. Tras un disparo al techo y un par de palizas, huyeron con el botín. En el pueblo malagueño de Colmenar, a su maestra le descerrajaron un escopetazo a quemarropa sólo por intentar escapar del asalto a su chalet, fue en diciembre de 2011. Las víctimas nunca tenían la oportunidad de llamar a la Guardia Civil porque los atracadores usaban inhibidores de frecuencias que ellos mismos construían. Uno de los atracadores, ingeniero de telecomunicaciones sin ocupación, fabricaba los inhibidores con una caja de cartón y un puñado de cables. El único detalle de tecnología en una banda de cromañones extremadamente violentos que ahora, para asegurar al 100% sus asaltos se hacían pasar por guardias civiles con chalecos y placas muy similares a las auténticas. Fue un tremendo error.
Ya entonces los ECO de Málaga de la Guardia Civil les seguían de cerca. Eran tan violentos que los guardias querían asegurarse de que no hicieran más daño mientras reunían pruebas suficientes para detenerlos. La operación estuvo a punto de irse al traste cuando la banda intentó asaltar un nuevo domicilio, para no descubrirse los guardias de paisano que les seguían pidieron ayuda a varias patrullas de guardias uniformados que pusieron en fuga a "El Lecherita" y los suyos. Los atracadores intentaron disparar a los guardias pero se les cayeron los cartuchos de la escopeta al suelo. Meses después los guardias les echaron el guante y detuvieron a toda la banda.Enterrados en un agujero junto a su cuartel general de Osuna encontraron todos los efectos que utilizaban para hacerse pasar por guardias civiles.
Ahora les acusan de 40 asaltos, 11 de ellos a domicilios. Los guardias de verdad, los del ECO, no sólo han reunido pruebas suficientes contra la banda de atracadores más violenta de Andalucía, también varias de sus víctimas les han reconocido sin duda. El error de los delincuentes fue cambiar de "modus operandi". Al principio daban sus "palos" encapuchados, pero cuando decidieron hacerse pasar por guardias civiles ya no podían llamar a las puertas de las casas encapuchados. No hubiera resultado creíble, así que dejaron de ponerse capucha, una mala decisión que podrán meditar entre rejas los años venideros.