Auge y caída de Juan "el correcostas" el presunto asesino de Conil
No ha pasado tanto tiempo desde que Juan "el correcostas" protagonizara el reportaje "Callejeros, Conil 2009" y tampoco había que ser vidente para pronosticar que el muchacho acabaría en la cárcel. La escena es breve pero ilustrativa, dentro de un coche "el correcostas" con 17 años recorre el botellón de Conil desplegando todas sus habilidades para el reportero. Junto a dos amigos mayores de edad, que poco después acabarían en la cárcel, presumen de anillos de oro, enseñan el trasero a la cámara y amenazan con apuñalar a cualquiera que se acerque a su buga...una premonición que se cumpliría dos años después.
Pero entonces, en 2009, Juan "el correcostas" vivía sus momentos de gloria completamente ajeno al destino que le esperaba. Juanito, hijo de un humilde pescador, se resistía a los esfuerzos de su padre para meterle en vereda. En Conil, muchos le temían, y le apodaban "el correcostas" por su costumbre de recorrer las playas de la zona buscando los paquetes de hachís extraviados en el alijo de la noche anterior. Sus antecedentes policiales triplicaban su edad, con 44 infracciones por consumo y tráfico de drogas, delitos contra la seguridad vial y lesiones. Inconfundible por su gorrita a cuadros, sus mechones rubios y el piercing de la mejilla, "el correcostas" fue perdiendo fuelle con el tiempo. El consumo de estupefaccientes le nublo la mente hasta el punto de creerse impune, siempre y cuando le acompañaran sus amigos en sus correrías y sintiera el tacto de su navaja en el bolsillo de la sudadera.
Así fue como se toparon los tres delincuentes con el madrileño Juan Mena y su novia Alma en un banco de la calle Chiclana de Conil a las seis y media de la madrugada del pasado domingo. Primero les pidieron tabaco y se lo dieron. Luego les exigieron el dinero, era un atraco, y Juan Mena les dio todo lo que llevaba, pero el botín era insuficiente para "el correcalles", "el huevo" y "el úrsulus", así que tiraron del bolso de Alma y de paso golpearon a la chica con un casco de moto. Juan Mena no pudo contenerse más y respondió a la agresión recibiendo de inmediato dos navajazos mortales, presuntamente de mano de "el correcalles", tal y como le han delatado sus dos cómplices. Juan Mena murió a los pocos minutos dejando un reguero de sangre hasta un centro de salud cercano. Alma gritó con todas sus fuerzas atrayendo a numerosos testigos. Los mismos que indicaron a los veteranos guardias del puesto de Conil que los agresores eran unos "canis pandilleros" de corta edad. Los guardias civiles no perdieron el tiempo, uno por uno buscaron, localizaron e identificaron a decenas de sospechosos. Sabían que era gente de allí y sólo pasaron ocho horas hasta que los guardias dieron con juanito. "El correcalles" seguía de fiesta en la playa después de acuchillar hasta la muerte a Juan Mena de 21 años. "No me acuerdo de nada, iba colocao" es lo primero que le dijo a los guardias que le echaron el guante, pero los cortes que tenía en la mano derecha le delataban. En la mayoría de las ocasiones los asesinos que matan con arma blanca se cortan en la mano en el momento de hundir el cuchillo en el cuerpo de su víctima. El mismo tipo de corte que "el correcalles" presenta en sus manos. Aunque "no se acordaba de nada" Juanito no olvidó después del crimen pasar por su casa para quitarse la ropa manchada de sangre y esconder la navaja dentro de un radiocasette. Luego siguió con su orgía de alcohol y drogas hasta que los guardias le detuvieron. A él y a sus dos compañeros de crimen.
Al principio "el correcalles" estaba muy fresco, tranquilo delante de los guardias. Ante el juez no lo estuvo tanto. El interrogatorio se prolongó durante seis horas, suficiente para que los dos amigos señalaran al "correcalles" como el autor material del asesinato...tampoco hacía falta, la Guardia Civil tenía el caso "bien abrochado" y las pruebas eran abrumadoras. Los tres delincuentes han acabado sus correrías en la cárcel, pero Juan Mena está desde hoy enterrado en un cementerio de Madrid por un crimen estúpido cometido por tres cretinos que creían que podían vivir al margen de la Ley. ¿Quiénes son los responsables de que unos niños se conviertan en macarras asesinos? Porque, como éstos de Conil hay muchos más, sólo hay que mirar un poco en los barrios que acogen a las bandas de aluniceros que aterrorizan Madrid...pero esa es otra historia...