La coartada perfecta de los padres de Asunta
“Cualquiera puede anticipar que ocurre si a un menor le suministrase orfidal en gran cantidad, los sedantes comenzarán a hacer su efecto alrededor de una hora después…”…Es la premisa con la que trabaja la investigación del caso Asunta Basterra, la de que los episodios previos de sedación en los meses de verano que precedieron al asesinato de la niña fueron ensayos.
Los padres de Asunta, presuntamente, además de ensayar, sedar a la niña en varias ocasiones sí te proporciona una coartada perfecta y diluye las posibles pruebas que pudiera obtener una investigación posterior. Si durante meses le administras pastillas a la vista de todo el mundo, anticipas el “esto ya se veía venir”, construyes una coartada que funciona como flotador en caso de naufragio y apunta a la teoría de la ingesta accidental. Así, sedar a Asunta el día de su muerte, no sería una estrategia oculta relacionada con un crimen. Siempre puedes alegar que se te fue la mano, la tuya o la de la niña por sí misma…
Además, de forma consciente o por carambola, cuentas la ventaja de anular las pruebas posteriores. ¿Qué importancia tiene que se hayan encontrado restos de sedantes en la escena del crimen, el coche en que supuestamente se transportó el cadáver desde la finca de Teo a la pista, o en la ropa de los implicados…? Esas pruebas en condiciones normales demostrarían que a Asunta se la sedó para matarla con facilidad, ya fuera por los sedantes o como ayuda para sofocarla con garantías. Sin embargo, esas mismas pruebas no servirían para nada si consta públicamente que la niña tomaba sedantes desde el verano. ¿Cómo demostrar al 100% que esos restos son del día del crimen y no de semanas antes? Así se esboza una coartada perfecta, quizá capaz de resistir los embates de la investigación. Incluso capaz de mantenerse, aunque tambaleante, a pesar de que los investigadores demuestren que a Asunta jamás se le prescribieron pastillas que le provocaran somnolencia porque no sufría alergia, tal y como sus padres contaron a sus profesores para justificar el lamentable estado de la niña cuando acudía al colegio.
Afortunadamente, la investigación avanza socavando coartadas y cercando a los presuntos asesinos de Asunta. Como ya nos dijo en una ocasión una veterana policía de homicidios “No hay crimen perfecto, sólo investigaciones imperfectas” y de momento, por lo que sabemos Malena y yo, ésta camina lenta pero segura gracias también a los errores de los asesinos y esos trozos de cuerda naranja de empaquetar que se dejaron junto al cadáver de la niña.