"Entre el lugar en que enterramos a Marta y la carretera de La Rinconada hay 50 o 60 metros"
Ayer por la tarde Miguel Carcaño sólo aportó al juez unos pocos datos más allá de su última versión sobre el homicidio de Marta del Castillo pero se ratificó punto por punto en todo lo dicho ante la policía el pasado 22 de febrero en la cárcel de Morón.
Con un aspecto muy diferente al que nos tenía acostumbrados, media melena y un jersey de rayas, Carcaño se presentó ante el juez y cumplió las amenazas que vertió en su última carta a su hermano Javier Delgado “…si no me ayudas a localizar a Marta no me dejas más opciones que contarle todo al juez…”. Carcaño lo tenía todo en contra, al declarar como testigo no contaba con el apoyo de sus abogadas. La fiscalía sorprendentemente ya había declarado que no creía una sola palabra del arrepentido, el abogado de su hermano se preparaba a desmontarle su versión, y el abogado de la familia de Marta no fue especialmente inciso en sus preguntas.
Y a pesar de todo Carcaño se ratificó. Explicó que había perdido el miedo a su hermano, y por eso había decidido confesar la verdad que “me está matando por dentro”. Carcaño repitió que todo arrancó con una pelea entre los hermanos. Que Javier comenzó a pegarle con un revólver por dejar sin saldo una cuenta común y sin pagar las cuotas de la hipoteca. Sin embargo, ante las dudas del juez admitió que pese a los golpes recibidos su cuerpo no mostró señal de la paliza recibida. También admitió que sacaron a Marta en la silla de ruedas, bajando la rampa sin sujetarla y sin cubrirle la cabeza a pesar de las heridas y de los rastros de sangre. Tampoco recordaba si su hermano sujetó el cuerpo de Marta con el cinturón. Ante la extrañeza de los presentes Miguel Carcaño insistió en que abrió la puerta a “El Cuco” a pesar de no saber quién llegaba en ese momento a la casa, y a pesar de que en ese momento dentro se encontraba el cadáver de Marta. “Estaba sobrepasado por la situación” dijo.
-¿Cómo es posible que después de haber ido dos veces al lugar en el que sepultaron el cuerpo no sepa precisar ni por aproximación donde está ese lugar? Preguntó el juez. Esta vez Carcaño sí dio un dato nuevo…”la distancia entre el lugar en que sepultaron el cuerpo y la carretera, puede haber unos 50 o 60 metros…he visto una zona muy parecida pero hay unos árboles que ya no estaban”. Al abogado de la familia de Marta le precisó aún más: “la zanja en la que sepultaron a Marta estaba abierta y tenía una longitud muy superior a la de un cuerpo, una profundidad de más de medio metro, de forma que a mi hermano, metido en la zanja, sólo se le veía de cintura para arriba”…”cuando estábamos sepultando el cuerpo, mi hermano estaba de pie, abajo en la zanja, y yo le iba pasando escombros para taparla…”
El abogado de la defensa de su hermano fue mucho más incisivo, aunque breve, después de que Carcaño admitirá que en una carta enviada a su hermano hace ya tres años, el ahora acusador le decía a su hermano que él no tenía nada que ver con el crimen de Marta. Carcaño volvió a ratificarse en toda su declaración y añadió un nuevo detalle “ limpié la habitación en la que cayó el cuerpo de Marta, en la madrugada del día 25…no sé si mi hermano limpió antes”. Y tras la petición por parte del abogado de su hermano de que se le dedujera testimonio por calumnias, Carcaño se fue de vuelta a la cárcel de Morón.
El juez de inmediato llamó a Francisco Javier a declarar en calidad de imputadoUna actitud sorprendente, la de la fiscalía, que apoyándose en todas las versiones y mentiras anteriores de Carcaño renuncia a interrogar al testigo. Una actitud inexplicable para una familia que lleva cuatro años esperando a que encuentren a su hija y a que le cuenten un relato verosímil de lo que le ocurrió. De momento lo único que tienen son tres sentencias contradictorias, un Tribunal Supremo que corrige a los jueces que se ocuparon del caso, y una fiscalía que decide no hacerle ni una sola pregunta al testigo de la que puede ser la última oportunidad de encontrar a Marta del Castillo.