Igual que ocurrió el año pasado, son ya varios los comentarios que he leído en el blog preguntándome si tengo algún concursante favorito. En la edición anterior, yo mismo encendí la mecha publicando una foto con las caras pixeladas de los concursantes en la que uno de esos rostros estaba rodeado por un corazón. Era el rostro de mi favorita, cuyo nombre no llegué a desvelar del todo hasta el mismo día en que se emitió la final.
Más que nada por precaución y para evitar los clásicos comentarios sobre favoritismos en el programa. De hecho, cuando finalmente confesé mi favorita, cuando ya no había posibilidad de influir en ninguna votación ni opinión que afectara al desarrollo del concurso -algo que dudo que consiga un humilde blog como éste-, aún así lo dejé caer en formato de adivinanza. Por si las moscas. Que la discreción siempre es un punto a favor.
Pero claro que tengo favoritos. Creo que debe ser muy difícil estar siguiendo la vida de estos concursantes, verles actuar, opinar, reír, llorar, juzgar, malmeter, ayudar o manipular, y conseguir mantener una opinión aséptica de cada uno de ellos. Además de ser guionista del programa soy espectador y, como tal, no puedo evitar sentir simpatías y antipatías hacia uno u otro. Y menos mal. Creo que si no viviera el programa como un espectador más, al final terminaría aburrido de pasarme tres meses resumiendo la vida de unos concursantes que ni me van ni me vienen. Que jugar a La Ceiba Express y a permanecer un día entero descalzo es muy divertido, pero donde paso la mayor parte de mi tiempo es en una reunión o una sala de edición. En las que, desde el primer día, tenemos la cara de todos los concursantes, aunque las vemos desaparecer cada semana que pasa. Así lucía hace mucho tiempo:
Por suerte, me sorprendo como cualquiera al ver que Arturo y Tony parecen entenderse mejor de lo que ellos mismos imaginaron en un principio. Asisto asombrado al cambio de dinámica en el grupo ahora que algunos creen haber desenmascarado a Rosa. Me río si Sonia le tira un vaso de isotónico a Tony. Y me emocioné como todo el mundo con aquella llamada entre Carolina y sus fabulosos padres.
Yo me entero de todo lo que ocurre antes que los espectadores del programa, pero la experiencia es la misma: para mí, cada reunión de contenidos en la que los redactores cuentan lo que ha pasado en la playa, es como sentarme en el salón de casa, sintonizar La Siete, y ver el resumen diario. El programa que yo veo en las reuniones dura más, claro, pero porque allí se cuenta hasta el número de almendras que ha comido cada uno. El equipo de los cayos no pierde detalle y nosotros necesitamos tener toda la información. Que es mucha.
Luego mis compañeros guionistas y yo nos reunimos para seleccionar lo que finalmente se emitirá. Nos reunimos en una gruta a la que se accede atravesando una puerta secreta de madera, y que sólo se abre al girar una antorcha en la pared recitando al aire las palabras mágicas Leuqar Zehcnas Avlis. Qué va. Eso es lo que me gustaría a mí. En realidad nos reunimos en una de nuestras habitaciones de hotel mondas y lirondas.
Lo que tenemos que conseguir es que las tramas y actitudes que definen realmente a cada uno de los concursantes queden perfectamente plasmadas en los resúmenes diarios y las galas. Y ahí lógicamente no puede influir cuál sea mi favorito, ni el de mis compañeros guionistas, ni el del cámara que grabó al concursante diciendo tal cosa, ni el de la redactora que nos los contó en la reunión. Los concursantes se definen a sí mismos con lo que hacen y lo que dicen, y así es como luego se les ve por la tele.
Ahí nosotros no tenemos ninguna mano. Contamos las cosas tal y como pasan, y en el orden cronológico en el que ocurren. Nuestra edición se limita a cortar lo superfluo, ahorrar al espectador las tres horas de pesca infructuosa, y quedarnos con lo bueno. Desde un anochecer hasta el siguiente anochecer, y vuelta a empezar.
Lo que conseguimos con el tipo de edición que utilizamos en Supervivientes es que, si yo tengo un concursante favorito, lo será por las mismas razones por las que pueda ser el favorito de cualquiera que haya seguido el programa desde España. Porque, en lo fundamental, habremos visto lo mismo.
Eso sí, luego los cuatro guionistas que hacemos el resumen diario nos tomamos nuestros zumos mañaneros opinando sobre todo lo que ocurrió en el programa que nosotros mismos montamos ayer. Y comentamos lo bien que nos cae ésta, lo mal que se comportó el otro, lo inesperada que fue la contestación de la otra… Entre nuestras prácticas se incluyen también las porras sobre quién será el próximo expulsado o los vaticinios sobre cuánto durará la nueva amistad entre dos concursantes.
Vale, muy bonito todo, pero… después de tanto rollo, ¿cuál es mi favorito? Pues curiosamente, el año pasado tenía bastante claro quién era mi preferida, y lo apostaba todo a una. Este año mis amores están más repartidos y son al menos tres los concursantes que vería como dignos ganadores del concurso. Ya decidiré si ir soltando pistas más adelante sobre su identidad. Aunque casi prefiero esperar, a ver si logro hacer mi propia criba definitiva y llegar a la semana final con un solo nombre en mente. Que en realiadd me gusta mucho más lo de casarme con alguien y defenderlo a muerte sobre todos los demás. Digamos que prefiero ser monógamo de favorito, y ahora practico una poligamia que me tiene un poco confundido.