La maravillosa y mágica experiencia de ‘Supervivientes’ llega a su fin. Después de más de cien días en Honduras volvemos a casa con la satisfacción del trabajo bien hecho y con la maleta cargada de experiencias enriquecedoras tanto en lo profesional como en lo personal.
La vuelta está llena de sentimientos encontrados: Por un lado parece que fue ayer cuando estábamos en Barajas nerviosos e ilusionados ante el reto de la nueva edición del programa (blancos como la leche y con una cara de invierno que no podíamos con ella). Por otro, juraríamos que ha pasado una eternidad desde entonces. Asimismo ardemos en deseos de volver a casa y, a la vez, sentimos una pena infinita porque no queremos ponerle punto y final a ‘Supervivientes 2015’.
No obstante la aventura no finaliza hasta que no estemos en España y antes de eso el equipo realiza un viaje de impresión: 24 horas de viaje por tierra, mar y aire que suponen una hazaña en sí misma. El itinerario comienza con un recorrido por carretera desde el Hotel (situado en el término municipal de Jutiapa) hasta el aeropuerto de San Pedro Sula: 226 kilómetros y cuatro horas de viaje en la que recorremos gran parte de este país que ya es casi una ‘segunda patria’.
Tras el periplo terrestre toca el turno al aéreo: Tres aviones, dos escalas internacionales, tres cambios horarios y otros tantos de moneda y cuatro países diferentes (Honduras, El Salvador, Colombia y, finalmente, España). ¡Una gymkana aeroportuaria a la altura del programa de mayor envergadura de la televisión!
El viaje de vuelta es la última convivencia de la gran familia que hemos conformado todo el equipo durante tres meses y contrasta con el que emprendimos en sentido inverso en el mes de marzo: donde antes todo era nervios y efervescencia, ahora domina la tranquilidad y la introspección. El vértigo ante la nueva edición se transforma en la serenidad del reto completado y las incertidumbres de cómo iba a desarrollarse Supervivientes 2015 vuelven transformadas en la certeza de un resultado inmejorable.
En Madrid nos esperan nuestros amigos, nuestras parejas (¡qué ganas tengo de ver a Jesús!), nuestras familias y nuevos proyectos profesionales. Empieza una nueva etapa pero todo lo vivido (y lo aprendido) en Honduras se viene con nosotros. Un bagaje eterno de vivencias y retos que nos marca para siempre.
SUPERVIVIENTES 2015: MISIÓN CUMPLIDA