Las preguntas que siempre nos hacen a quienes trabajamos en Supervivientes
Existe una batería de preguntas que se repite constantemente cuando yo, o cualquier otro miembro del equipo, le contamos a alguien ajeno al mundo de la televisión que trabajamos en Supervivientes. Igual que cuando alguien se presenta como dentista aprovechas para enseñarle esa muela que te molesta y que te haga un diagnóstico rápido, cuando yo me identifico como guionista de este programa me toca responder, casi siempre, a estas preguntas:
¿Tú también vives en la isla?
Quien hace esta pregunta a día de hoy es porque no ha leído nunca este blog. Mi compañero Carlos se encargó tres entradas más atrás de describir perfectamente nuestras condiciones de alojamiento, igual que hice yo en 2011 y 2010.
La respuesta rápida a esa pregunta es que sí vivimos en la isla, porque así lo sentimos y porque, al igual que los concursantes, estamos desplazados a Honduras y a los Cayos Cochinos. Pero la respuesta correcta es que no, no vivimos en un cayo como los concursantes, básicamente porque somos más de cien personas y ni Fortu con un millón de hojas de palma podría construir una cabaña que nos alojara a todos en Cayo Paloma.
¿De verdad no se les da comida a los concursantes por detrás de las cámaras?
Esta segunda pregunta suele ir acompañada de un guiño cómplice de quien la formula, un gesto con el que pretende dejar claro que a él, o ella, le podemos desvelar ese supuesto gran secreto del programa. “Seguro que les dais un bocadillo cuando no grabáis”, se atreven a decir los más osados.
La pregunta en sí no es sólo una falta de respeto hacia todo lo que significa Supervivientes sino que pone de manifiesto que quien la formula, o no ve el programa, o le parece perfectamente normal que algunos concursantes lleguen a perder más de veinte kilos en tres meses. Y que, cuando ganan una prueba de recompensa, se lancen a los espaguetis con albóndigas de la manera en que les vimos hacerlo este lunes a Nacho, Isa Pantoja, Suhaila y Rafi.
Los desmayos, los llantos por hambre y las pérdidas de peso exageradas que hemos visto en todas las ediciones de Supervivientes creo que dejan más que claro, y sin lugar a la más mínima duda, que los participantes sólo comen aquello que les vemos comer en pantalla. O sea, muy poco.
Pero vosotros sí coméis bien, ¿no?
Eso sí. Y muy bien. No sólo tenemos a nuestra disposición el buffet del hotel que nos aloja, sino que la productora siempre trae como parte del equipo a un cocinero que, todos los días, nos prepara un menú de comida y cena con varias opciones y donde abundan platos que, de no ser por él, echaríamos de menos terriblemente: gazpacho, ensaladilla rusa, tortilla de patata, paella… Aquí lo tenemos a él y un plato de sus exquisitas lentejas:
Seguro que os hacéis amigos de los participantes, ¿a que sí?
En absoluto. La política de interacción entre equipo y concursantes es clara: cero interacción. Salvo por el momento en el que se les entrevista diariamente en el cayo para que nos narren lo ocurrido, los supervivientes conviven con cámaras y redactores como si fuéramos robots. De hecho, se evita incluso establecer contacto visual con los participantes, todo con el objetivo de emular al máximo la que sería la verdadera soledad de un superviviente.
Ni siquiera cuando son expulsados y pasan algunos días en nuestro hotel antes de regresar a Madrid, nos paramos a saludarles o felicitarles por su participación. Son muy contadas las personas del equipo que pueden hablar con ellos. El resto, hasta parecemos maleducados cuando nos cruzamos con ellos en un pasillo y no saludamos, pero así son las reglas. Y ellos las conocen.
¿Eres guionista? Lo sabía: eso quiere decir que el programa está guionizado y los participantes hacen lo que vosotros les decís.
Otro error común. Supervivientes es un reality show y, como tal, todo lo que ocurre es espontáneo. Real como la vida misma. El cargo de guionista puede dar lugar a equívocos, pero es fácilmente explicable: mi labor no es la de elaborar un guión previo que sigan los concursantes, sino al revés. Con todo el material grabado a lo largo de un día, mis compañeros y yo elaboramos un guión que resuma y explique lo ocurrido de la mejor manera posible.
Si Elisa quiere de repente abandonar el concurso, debemos estructurar un guión que explique todo ese proceso de la manera más clara: la veremos por la mañana preocupada por su pelo, después abandonando Isla Destierro por que no tiene un peine, seleccionaremos los mejores momentos de su comunicación con Raquel Sánchez Silva, la veremos regresar al cayo y terminaremos el resumen, el guión, con su intento de hacer un peine artesanal a base de hojas de palmera. Dicho de otra manera: no inventamos las tramas a priori, sino que las contamos a posteriori.
¿Participarías tú en el programa?
A esta pregunta, la verdad, cada vez contesto de una manera. A veces tengo muy claro que me encantaría vivir una aventura tan impresionante como la que viven los concursantes pero, otras veces, sobre todo después de verles dormir tres días en un charco o desayunar pescado crudo, creo que es mejor quedarme como estoy. El sol, los bichos, la desconexión o la soledad no me preocuparían demasiado. Lo que yo llevaría realmente mal es el hambre y la convivencia, así que me veo más como concursante de palafito o Isla Destierro.