Si hay unas cintas a las que tengo que prestar especial atención a la hora de visionarlas, es a las cintas nocturnas. De día, los cámaras van acompañados de un redactor encargado de apuntar en los partes todo lo que va ocurriendo, pero de noche los cámaras van solos. Ellos son los encargados de grabar todo lo que ocurre en la oscuridad con esas cámaras de visión nocturna que lo dejan todo verde. Y anda que no pasan cosas por la noche: yo creo que como los concursantes son menos conscientes del cámara (al que verán como una sombra negra que se mueve a su alrededor), hablan con mayor tranquilidad. El día que ‘Supervivientes’ incorpore cámaras térmicas y podamos seguir a los concursantes según el calor que emite su corazón al latir, como en ‘Depredador’, podremos conocerlos todavía mejor.
Precisamente esta semana las noches están llegando cargadas de contenido. Para mí, que es cosa de las hamacas que ganaron en la prueba de recompensa, porque ha sido colgarlas en un rinconcito de la isla, y convertirse ese rincón en el lugar favorito para hablar de un montón de cosas de las que no hablan durante el día. En el resumen diario de hoy y en la gala de esta noche, se podrán ver algunas de estas reveladoras conversaciones nocturnas.
Las cintas de la noche son tan importantes en nuestras vidas que tienen hasta su propio hit musical en el departamento. “¿Ha llegado ya la cinta de la noche?”, le preguntas inocentemente al encargado de las digitalizaciones. Y él, que tiene las pilas recién puestas porque se acaba de desayunar unos buenos pancakes con nutella y un montón de piña fresca, te salta con: “cintaaaaa, cinta de la noooooche”, cantado con la melodía de la célebre “ritmoooo, ritmo de la noooooche”. Después del bailoteo de buenos días, toca sentarse, ponerse los cascos, y proceder al visionado detallado y a la atenta escucha de lo acontecido durante la noche. Así es como yo lo veo:
Les veo cenar todas las noches (realmente cenan al atardecer). También les veo dormir, claro. Pero sobre todo les escucho hablar, hablar y hablar. Porque es por la noche cuando más se animan a contarse sus vidas los unos a los otros. El cámara nocturno en su momento, y yo pocas horas después, parece que fuéramos uno más del grupo, sentados en corro junto al fuego o tumbados bajo la lona. Y ya cuando los concursantes se duermen y no hay acciones que grabar más interesantes que los ronquidos de unos o de otros (en esto, Víctor era el number one), es cuando mis compañeros cámaras se encargan de buscar planos recurso de la luna, las estrellas y la fauna del cayo. Secuencias de arañas gigantescas tejiendo su red o de cangrejos regurgitando cucarachas suelen acompañarme mientras aún no he terminado de digerir mi desayuno. Además está todo grabado en infrarrojo, con lo que yo a veces ya no sé si estoy viendo Supervivientes o una nueva secuela de ‘[REC]’.
Pero si tuviera que quedarme con los mejores momentos que he visto en cintas de la noche (cintaaaaa, cinta de la nooooche), me quedaría con dos. El primero, muy al principio, cuando Consuelo Berlanga se lanzó a cantar una canción, que por cierto acabo de buscar en Google por la letra y resulta que se llama “Pa’ todo el año”. Y segundo, mejor incluso que el anterior, una ocasión en que Bea La Legionaria no se esperaba encontrarse con el cámara y se llevó el susto de su vida. Eso sí que fue ‘[REC]’. Vamos, es que ni la escena de la campista moqueando aterrorizada en ‘El proyecto de la bruja de Blair’ producía tantos escalofríos. Luego ya Bea se relajó y soltó “Se me ha caído el coño al suelo”, y la peli pasó de ‘[REC]’ a ‘American Pie’.
También es labor del cámara nocturno grabar el amanecer. Si alguna vez os habíais preguntado quiénes graban esos amaneceres tan espectaculares día tras día, ellos son. Y no, no son amaneceres de archivo que se graban, se guardan, y se utilizan cuando convenga. Cada amanecer que se ve en cada resumen corresponde a ese día concreto. “No podéis tener amaneceres tan espectaculares todos los días”, me decía un amigo desde Madrid. Y yo le contestaba sencillamente: “pues mira, sí”.
Y no hace falta estar en Cayos Perlas compartiendo islote con Rafa Mora o Román Irigoyen. Aquí en Corn Island, día tras día, vemos atardeceres como estos (la foto me la ha prestado un guionista):
De hecho hace poco, un avispado dueño de uno de los restaurantes de la isla, organizó la Fiesta del Atardecer. ¿Que por qué digo avispado? Pues porque sabiendo la cantidad de españoles que somos en la isla, este as de los negocios decidió que la fiesta del atardecer consistía en observar la puesta de sol… ¡comiendo paella y bebiendo sangría! Los flyers se movieron de mano en mano entre la gente del equipo. Pero que yo sepa, al final la cosa no salió demasiado bien. Aquí empieza a atardecer sobre las 17.00h, y me da a mí que más español incluso que la paella y la sangría es empezar las fiestas mucho más tarde que eso. ¡Pero si para nuestro ADN las cinco de la tarde es casi la hora de la siesta! El caso es que al final fiesta tuvimos: la de una compañera de producción que cumplía 25 años. ¡Qué buen lugar para cumplir una cifra tan redonda!