La mejor playa de toda la isla: Arenas Beach
Existe un lugar en Corn Island donde se cuece casi todo lo relativo al equipo de Supervivientes. Aunque estamos distribuidos por toda la (escasa) geografía de Corn Island, son dos los puntos neurálgicos de nuestra vida aquí: dos hoteles en los que se aglutinan la mayor cantidad de puestos de trabajo. Uno de estos hoteles, además, está situado en la orilla de la mejor playa de toda la isla. Señoras y señores, con todos ustedes, Arenas Beach, la playa de las Arenas:
Empecemos por la parte profesional. En el Arenas Beach Hotel, el hotel que da nombre a la playa (¿o será la playa la que da nombre al hotel?), es donde están situadas las oficinas de producción: engalanadas con las banderas de la S, la V y la antorcha, desde ellas se gestiona todo lo gestionable para que las cosas funcionen como tienen que funcionar. También a lo largo de esta playa, pero en diferentes hoteles, duerme la mayor parte del equipo que trabaja en Cayos Perlas. Así que los días que libran prácticamente pueden rodar desde la cama hasta un paraíso de arena blanca y agua transparente. Y creedme que el equipo de los cayos merece y necesita descansar, porque el trabajo que hacen es de auténticos héroes. Ellos sí que sufren las mismas penurias que los concursantes.
Si hace sol, o incluso si no lo hace, en la playa de las Arenas siempre habrá alguien del equipo tumbado en una hamaca o metido en el agua. Si es el primer caso, un coco con pajita o una cerveza Toña descansará muy probablemente en uno de los reposabrazos del asiento. Si es el segundo caso, de la anatomía del bañista sobresaldrá seguro la mitad del cuerpo a no ser que se arrodille o haga el muerto, porque ya puedes entrar dos kilómetros en el agua, que sigue sin cubrir. El agua además muchas veces llega a estar tan calmada que la sensación es la de bañarse en una piscina.
Las piscinas, por cierto, escasean en Corn Island. De hecho, que yo sepa, sólo existe una en uno de los hoteles. El otro día se me ocurrió comentar en alto que echaba de menos tener una piscina a mano. En qué momento. A mis compañeros de baño se les salió de la boca la pajita con la que absorbían el jugo de un coco. Se miraron de reojo entre sí. Se incorporaron en sus hamacas y carrasperaron. Si hubiera sido de noche, seguro que hubiéramos oído un grillo cantar en la lejanía. O un perro aullar. Nadie de los presentes lograba entender que pudiera preferir una piscina al paraíso playero en el que nos encontrábamos.
Así que tuve que matizar. No es que lo prefiera siempre, pero en muchas ocasiones sí echo de menos una piscina, porque las playas son muy aparatosas. De un baño en una piscina sales limpio y fresco. De un baño en el mar sales rebozado en arena que luego misteriosamente acaba entre las sábanas de tu cama. Sales barnizado en una cubierta de sal que tiende a picar. Sales embadurnado de crema que hace las veces de huevo batido para el pan rallado que es la arena. Todo muy culinario. Pero yo prefiero que mi piel huela a cloro, que pestañear sobre el teclado y notar arenilla cayéndome sobre los dedos. Pero repito: sólo a veces. Para algo rápido. Para un día entero de agua y sol, está claro que ni la mejor de las piscinas podría superar Arenas Beach.
Además, que si te cansas del ciclo tumbona-sol-baño, siempre puedes cogerte un Kayak y recorrer un tramo de la costa a remo. O improvisar un equipo de voleibol con tres redactores, un cámara y una de producción, y montar un partidito contra un montón de locales. Tanto les ha picado el gusanillo del deporte a algunos, que ya se andan organizando equipos masculinos de voleibol, softbol y béisbol formados por trabajadores de Supervivientes (esto merece una entrada de blog propia en el futuro próximo). ¿Pero qué pasa?", os estaréis preguntando algunos, "¿que esta gente no trabaja?". Pues sí, si trabajamos, peros somos tantos y tenemos todos turnos tan dispares, que siempre hay alguien libre a quien enredar para cualquier plan que se te ocurra. Y el Arenas es el mejor punto de encuentro. Es nuestra Plaza Mayor.
Por ejemplo, cuando cae la tarde, el plan más apetecible es pasear por la orilla hasta el muelle, caminar sobre sus tablones de madera haciéndolos crujir a cada paso, y sentarse en el borde con los pies colgando sobre las olas a observar uno de los atardeceres que, día tras día, luchan por superar al anterior. Esto es una muestra de lo que acontece aquí a diario:
Y cuando cae la noche, el Arenas tampoco descansa. Porque tiene un bar estupendo: el Boat Bar. Un barquito encallado en la arena de la playa que hace de barra improvisada para festejos. En realidad no es más que una pieza de atrezzo, porque no tiene infraestructura de bar: en todas las fiestas que ya hemos organizado a su alrededor, hemos tenido que estar trayendo neveras con hielos y bebidas desde el interior del hotel. O sea que funcionar no funciona, pero: ¿y lo chulo que es?:
Como la mayor parte de la gente tiende a cenar en este hotel (incluidos los concursantes que van siendo expulsados) la arena de la playa y sus hamacas son el rincón preferido de la mayoría para la últimas charlas del día bajo la luz de las estrellas.
Ahora que caigo: me extraña no haber oído todavía ningún juego de palabras con el nombre de la playa y el de Sonia Arenas. Pero me da que no tardará en ser conocida por aquí como Sonia Arenas Beach.