Preguntaba el otro día un lector en la sección de comments que no dejo de leer, el porqué de tantos carteles en inglés aquí en Corn Island. Pues bien, la explicación es sencilla: las islas fueron primero un protectorado británico desde 1655 hasta 1894 y, posteriormente, estuvieron bajo arrendamiento de Estados Unidos hasta 1971. Esta explicación es muy bonita y muy didáctica (y muy copiada de la Wikipedia, por cierto), pero a la hora de verdad, lo que nosotros estamos viviendo aquí es, básicamente, un gran cacao.
Si a ti te dicen que vas a una isla de Nicaragua, lo lógico es que pienses que con el castellano que todos traemos instalados de fábrica podrás hacerte entender. La misma Wikipedia confirma que el castellano es la lengua oficial de estas islas. Pero la realidad cambia desde el primer momento en que pones un pie en Corn Island.
Yo lo advertí en la propia aduana. Una aduana que, por cierto, no es más que una señora de aquí del pueblo que va apuntando el nombre y número de pasaporte de todos los que aterrizan en la isla. Seguro que más de uno se ha dado de bruces con ella, después de pasar mucho miedo en la avioneta de La Costeña, y se ha pensado que algo había ido mal durante el vuelo y que esa mujer era San Pedro. Pero no. Es sólo una funcionaria.
Aunque ahora que lo pienso, si es ella quien custodia las puertas de este paraíso... algo de santa debe tener. Qué suerte que le hice una foto. La podemos llamar Aduana Pérez, con todos nuestros respetos, e imprimir estampitas:
Pero a lo que iba. Esa mujer, mi primer contacto con un local, se dirigió a mí en inglés. "Será porque me ve cara de turista", pensé yo. Porque la tengo, porque además debía llevar la sonrisa boba de quien aterriza en un aeropuerto extranjero, y porque mi pasaporte holandés también engaña. Pero resulta que no. Uno tras otro, a todos mis compañeros, los hay desde Ferrol hasta Gran Canaria, les habló también en inglés. Y así ha permanecido al asunto.
¿Que te subes a un taxi que no es el de Julio? Pues es muy probable que te saluden con "good morning". ¿Que pides en el comedor otra botella de agua? La chica de la barra gritará "waaaaaaaater" a su compañera en la cocina. ¿Que le atropellas el pie a un peatón con tu bici, por supuesto sin querer porque tú lo único que intentabas era esquivar una lagartija? Pues el peatón damnificado se acordará de unos cuantos familiares tuyos mientras suelta un sonoro "Fuck".
Aún no me he puesto a hacer la estadística exacta porque me olvidé la calculadora científica en España y me tiene que llegar por mensajero, pero así, a ojo, diría que el promedio de conversaciones que se escuchan a nuestro alrededor en inglés es, más o menos, de cuarto y mitad. Un 75%, para que me entiendan los que no van al mercado habitualmente.
Ahora bien, que nadie se piense que estamos hablando de un inglés de Cambridge. Vamos, que yo creo que traen a Mary Poppins a hacer de institutriz a esta isla y le da un infarto. Cosa que nos vendría muy bien para hacernos con su paraguas porque tenemos la temporada de lluvias a la vuelta de la palmera.
Varias veces he intentado afinar el oído cuando me ha tocado ir en el taxi con cuatro locales charlando de sus cosas, y no he conseguido entender más que palabras sueltas como "all right", "corner" y "twenty". Inglés es, me lo creo. Pero con un acento tan bestia que, si me dicen que están hablando klingon, me lo creo igual. Lo curioso es que un turista estadounidense que andaba por la isla, director de una cadena de cruceros, me dijo que él pillaba el acento sin mucho problema. Minipunto para el empresario.
Es tan peculiar la forma de hablar inglés de los de por aquí, que hasta hace bien poco yo estaba convencido de que, cuando no les entendía, era porque estaban hablando el otro dialecto de uso habitual en Corn Island. Sí, sí, ¡resulta que en la isla tenemos un tercer idioma! ¡El más difícil todavía! ¡El doble mortal invertido! ¡El Misquito!
Los misquitos son un grupo étnico indígena de Centroamérica que tienen gran presencia en estas islas. Hablan su propio dialecto que, para más inri, ha derivado en un misquito criollo con palabras tomadas del castellano y el inglés. Como para no liarse.
A un tipo al que conocí en una pulpería (tiendas equivalentes a nuestros ultamarinos a las que ya dedicaré un post completo) le pregunté curioso sobre esta división étnica e idiomática en la isla. Durante los primeros momentos la conversación fue bastante ilustrativa.
Hasta que el hombre redirigió mi inocente pregunta hacia un terreno que no era el que a mí me interesaba. Pero bueno, ya que estaba, presté atención y aprendí lo siguiente. Según él, esta isla está llena de mujeres. "Hay más mujeres que perros callejeros", fueron sus palabras exactas. En ese preciso momento supe que la conversación no iba a terminar bien.
"Yo vine hace siete meses de Managua y no me he podido ir porque descubrí que esas mujeres están aquí para nosotros", continuó. "Las morenas son más calmadas. De esas te puedes medio fiar. Pero las misquitas... uh, las misquitas son las peores. Ésas no saben estarse quietas. Andan con uno, con otro, y con el siguiente". Durante un momento llegué a creer que su desacuerdo con el supuesto comportamiento liberal de las misquitas podía deberse a una ideología personal fiel y conservadora. Pero enseguida descubrí que no.
Mientras hablaba conmigo, iba opinando de todas las mujeres que pasaban cerca de nosotros: "mira ésa, qué rica, para comérsela, seguro que sabe mejor que la langosta", decía, y señalaba sin disimulo a una chica que, muy inteligentemente, cambiaba de acera en ese momento. Su mejor frase la reservó para la despedida: "por eso me he quedado en Corn Island. Porque aquí tengo mujer, novia y querida". Al lado de este prenda, Rafa Mora es un parado.