No sé si Einstein escribió lo que pone en la pizarra pero parece que podría haberlo hecho y eso me basta.
Estoy convencida de la potencia del voluntariado. Creo que es uno de los motores más certeros para lograr objetivos que parecen inalcanzables. El voluntariado acabará siendo estudiado como el gran cambio producido en nuestras sociedades y en los seres humanos que las formamos. Hoy os quiero hablar de Xamfrà que, sin el trabajo de sus voluntarios, no podría llegar todo lo lejos que ya está llegando.
Xamfrà es una palabra catalana que en castellano quiere decir chaflán. El chaflán son esos metros que conforman una esquina donde se encuentran los que vienen por una calle y por la otra, los que suben y los que bajan; lugar donde se cruzan personas que segundos antes de llegar a ese punto no sabían la sorpresa que les estaba reservando la vida. Casi podríamos decir que la vida misma es un inmenso xamfrá, un chaflán, una esquina, un cruce de caminos donde puede suceder de todo.
Si tuviste que salir huyendo de tu país, si todo lo que dabas por seguro, desapareció; si has tenido que hacer una maleta y cruzar fronteras para seguir vivo, agradecerás que alguien haya creado un centro como “Xamfrà”, en el Raval, Barcelona.
Porque tus hijos tienen derecho a aprender y a que se saque de ellos toda la potencia que llevan en sus cabezas. Porque hay muchas maneras de hacerlo. Porque no basta con que vayan al colegio. Porque la calle está llena de seres humanos, de niños y niñas, de adolescentes, que si caen en manos de unos, perderán la felicidad y, si tienen la suerte de caer en manos de gente como la que trabaja en “Xamfrà”, recibirán herramientas educativas para ser mucho más felices, más autónomos.
Sabemos que hay muchas personas que viven en precario, cada vez más. Es a ellas a quienes se dirigen organizaciones como la que hoy traigo a este blog.
La experiencia de José Antonio Abreu en Venezuela, de la Fundación Batuta en Colombia o la de Maria Joao Pires con la Fundación Caja Duero en el sur de Portugal, son ejemplo de un camino lleno de empeños y satisfacciones. Los jóvenes que escuchan hablar de música, de las artes, en estos centros, nunca vuelven a ser iguales; la vida pasa a verse con otros ojos cuando tu cerebro ha estado, está, cerca de la creación artística. “No hay nada, dentro de la inteligencia, que antes no haya pasado por los sentidos” dejó dicho Aristóteles.
MªDolors Bonal, mujer extraordinaria dedicada a la enseñanza de la música toda su vida, decidió que L´Arc, la Fundación que ella había creado, dirigiera sus esfuerzos a un barrio de Barcelona que empezaba a reunir a gentes llegadas de muchas partes del mundo en busca de un trabajo y una esperanza. Era muy consciente, aunque nunca lo entendió, que, los que tenían la obligación de apoyarla y ayudar a que ese camino fuera posible, lo harían difícil. Lo que no sabían los que pusieron tantos palos a sus ruedas era hasta qué punto ella estaba íntimamente comprometida con una enseñanza que consideraba imprescindible para hacer justicia en nuestra sociedad. Ni siquiera sabían que pasarían los años, que todo crecería, ni que Esther Bonal, su sobrina, y Angels Roger se comprometerían como ella lo hiciera para lograr mantener viva una labor imprescindible. Nada la paró jamás. Lograron sacar adelante el centro que empezó atendiendo a 16 niños y que ahora llenan 280 mientras muchos hacen cola para poder entrar.
La vida les fue acercando a aquellos que también necesitaban apoyo, y llegaron las mujeres en riesgo de exclusión social: con ellas formaron un coro que sigue vivo.
Luego llegaron los discapacitados, jóvenes y no tan jóvenes, que llamaron a la puerta y también recibieron apoyo.
Entre esas cuatro paredes, a los pies del Conservatorio Superior del Liceo de Barcelona, se tiene muy presente quienes son los que de verdad necesitan ser escuchados y atendidos: los que se quedaron un día, parados en el chaflán.
Conozco lo que hacen y cómo lo hacen. He podido comprobar, hace pocos meses, junto a los hermanos Martos, Garnati Ensemble, cuando grabamos el documental “The Healing Notes” que dirigió Amparo Mendo y produje yo misma, cómo realizan su trabajo y lo importante que es que sigan existiendo, que sean fuertes.
Os cuento todo esto porque, como ocurre miles de veces: este empeño cuesta dinero, no vive sin ayuda. Hoy hay un método muy barato para lograrla: si somos muchos, lo conseguimos.
El titulo de este post tiene la clave: teaming-xamfrà. Un euro cada uno al mes. Es una fórmula conocida, funciona con otros muchos proyectos y lo hará, estoy segura, con este también.
Desde aquí y, en su nombre, os doy las gracias a todos los que os metáis en www.xamfra.net y, tras comprobar que lo que os cuento es verdad, os animéis a poner vuestro granito de arena.
Un granito de arena de 1 euro al mes para sacar a chavales de la calle y darles herramientas definitivas para su formación: eso es Xamfrà: educar a través de la música, no enseñar música, que es muy diferente.