Tanga rojo
Hoy os iba a poner una foto de mi noche de cumpleaños. Esperaré. Gilda Santana, guionista de Gran Hermano durante diez años, ha colgado hoy un post en su blog que me parece tan serio e importante que le cedo mi sitio que hacen sufrir a tantas mujeres todavía hoy. Gracias Gilda, gracias por dejarnos compartir tu corazón para ayudar a una concursante de GH que, quizá, como te ocurrió a ti, no es capaz de entender todo lo que quieren decir las palabras:
"Lo suyo fue un flechazo. Cuando se conocieron ella tenía 23 años. Él unos cuantos más. Ella había oído hablar de él pero no imaginaba tanta belleza y tanta inteligencia juntas. Fue en un encuentro literario que duraría cuatro días y en el que había unos ochenta asistentes. Después de la primera noche, cuando se vieron por primera vez, ya no hubo nadie más. A la vuelta a la vida real ya estaba todo decidido: cada uno terminaría su historia anterior. No podían escapar de ese sentimiento. Entonces ella no le dio importancia a sus miradas inquisidoras ni a la frase que él le había dicho la noche anterior: mi problema son los celos, le dijo, pero si tú no das motivos, todo irá bien.
Lo primero fue la ropa. Cada escote y cada largo de falda fueron sometidos a evaluación. Lo mismo que las piezas ceñidas. Es que no puedo estar contigo si hay un hombre mirándote, decía. Ella fue haciendo concesiones y se pasó a las faldas largas y los blusones recatados bajo el sol del Caribe. Estaba enamorada, los dos lo habían dejado todo y, tal y como afirmaba él, lo otro eran tonterías comparadas con su amor. Por cierto ¿por qué se maquillaba? Las mujeres se maquillan para llamar la atención. ¿O es que quieres que otros hombres te miren? Si necesitas sentirte mirada y deseada, no serías la mujer de la que yo me enamoré. Porque tú estás por encima de todas esas cosas ¿no? ¿Es que tanto te cuesta complacerme? Da igual si te conocí así. ¿No puedes entender que me haces daño? Será que no te importo. Y ella, después de discutir un poco, terminaba cediendo. Que tampoco era plan estropear una historia de amor.
Después vinieron los abrazos. Él podía aceptar que ella trabajara en el mundo del teatro donde la gente suele ser muy expresiva en sus afectos, pero no veía por qué había que abrazar a nadie. Cuando un hombre te abraza es para meterte mano. No hay más. Los hombres siempre pensamos en lo mismo. No quiero que ningún hombre se equivoque contigo. ¿Has visto que yo abrace a alguna amiga? Pues no lo hago por respeto a ti. A ella le dio reparo contestarle que él no tenía ni un solo amigo, ni hombre ni mujer. Era un hombre admirado, envidiado y temido, pero querido no. Pero ella no quería verlo sufrir, así que tomó distancia en los saludos y empezó a dejar de ir a todo lo que significara roce social. Se escabullía de los estrenos agarrada de su mano antes de que saliera todo el mundo, no se quedaba a los saraos, no recibía gente en casa. La gente se te acerca para perder el tiempo y hablar de tonterías. Mejor estás leyendo un libro. Cuando pasen los años estarás fea y gorda y lo único que valdrá es tu talento. Cultívate y olvídate de los otros. Ya me tienes a mí. ¿No te das cuenta que esos que dicen ser tus amigos nos envidian porque somos una pareja perfecta? El único problema que tenemos es que yo necesito sentirme seguro y está en tus manos no dejar ni una grieta por donde entre la duda. Tú decides, pero si esto se acaba la culpa la habrás tenido tú.