Para la mujer que sueña todas las noches con Robert Redford
Le prometí que buscaría la mejor foto. Le dije, sorprendida, que no podía ser casualidad que nos gustara el mismo hombre. Le aseguré que estas coincidencias no suelen pasar porque sí. Margarita Caules y yo somos periodistas, nos apasiona observar a la gente y ahora resulta que a las dos nos une Robert Redford. Ella dice que cada noche, desde hace años, sueña con él, le desnuda, le acaricia, le arrulla y le cuenta historias; yo, la complemento. Margarita Caules es una institución en la prensa de esta Isla que entró para siempre en mi vida de la mano apasionada de mi tío Alfonso Milá, hace más de 30 años.
Menorca es una isla mediana, bajita, silenciosa y cargada de Historia. Cuando pudo perderse, no lo hizo y ahora está preservada y cuidada por muchas personas que la sienten como propia aunque hayan nacido muy lejos de aquí. Menorca, como cualquier lugar del Mediterráneo, ha visto pasar miles de viajeros que han dejado aquí sus conocimientos y sus historias. Es un lugar suficientemente pequeño para que ocurra eso que se suele oír a veces: "aquí todos nos conocemos". Pero ésta enamorada de Robert Redford: conoce más, sabe más, tiene más recursos, más memoria, más fotos antiguas.
Margarita Caules tiene casi suficientes años para haber vivido en primera persona muchas de las historias que publica cada semana en el "Menorca". Sus colaboraciones en "Es Diari", sus artículos, son de los más queridos y leídos de este periódico humilde que devoramos los que queremos tanto este lugar. Esta periodista costumbrista nos ayuda cada semana a conocer, a no olvidar qué fue de tantos oficios, trabajos, familias y gentes que dejaron en Menorca su vida y su creatividad.
Además es una abuela entregada. Es de esas abuelas que muchas personas echaremos de menos toda la vida.
L´avia Guideta adora a su única nieta y le enseña todas esas cosas que se aprenden en una casa en el campo que lleva toda la vida siendo autosuficiente. Margarita sabe de campo, de oficios, de animales; sabe de cocina. Cenamos en su casa y nos hizo un plato menorquín por excelencia: el oliaigu; una sopa humilde de tomate, cebolla y pimientos que necesita muchas horas de fuego para ser inolvidable. Su mesa familiar estaba repleta de embutidos, berenjenas rellenas, sobrasada casera y pasteles hechos por ella; una mesa puesta con amor entre viejas encinas silenciosas que escucharon algunas de esas historias que la hacen poseedora de un baúl de recuerdos que valen oro.
A Margarita Caules no la pueden engañar, no le pueden dar gato por liebre, nadie puede venderle una moto. Cuando me confesó que hacía años que pasaba las noches abrazada a su marido en una cama estrecha de esas de matrimonio que se quiere, soñando con Robert Redford, fue lo que me faltaba por saber de esta mujer sabia que adoro, que busco con fruición en un periódico que, desgraciadamente, no puedo leer durante todo el año. Sus "Xerradetes de Trepucó", están escritas en castellano trufado de las expresiones menorquinas más ricas e imprescindibles. Sus artículos son la mejor lección de historia; de una historia sencilla y cercana para cualquiera que quiera echar la vista atrás y aprender de lo que fue, de lo que hubo, de lo que ya casi no existe.
Me gusta Margarita Caules, me gusta y me emociona. La otra noche, en su casa, con su familia, le prometí que lo intentaría y aquí le dejo esta foto de nuestro hombre preferido que estoy segura será también el de muchas boleras aunque no soñéis con él, como nos pasa a nosotras por las noches. Tendréis que reconocerme que somos dos mujeres con buen gusto.