Debajo de ese sombrero naranja vive la felicidad. Ese día a su abuela le habían organizado una fiesta sorpresa pero parecía que era la niña la que celebraba su cumpleaños. Nadie había sido capaz de ponerse ese sombrero con más arte. Nadie disfrutó tanto de todas las ideas que la familia había ido guardando a escondidas en una maleta de ilusiones a lo largo de los meses; de aquella maleta que se abrió frente a los ojos incrédulos de su abuela, mientras ella daba por hecho que todas esas sorpresas estaban pensadas para ella. Incluso la tuna, de la que jamás había oído hablar, le hizo dar palmas y bailar moviendo el culo.
Esa niña del sombrero naranja había sido un regalo inmenso para toda su familia. Cuando ella nació su tía Susana supo que la tendría cautivada para el resto de su vida.
La niña del sombrero naranja no se dará cuenta de la batalla que libran en estos momentos en su familia por vencer a una enfermedad que se empeña en seguir acompañándoles. Cuando el camino se hace muy empinado suben todos juntos, de la mano, y se ayudan de todas las maneras posibles para apartar los miedos y las noticias que no quisieran conocer. Hay enfermedades que arrastran a toda la familia aunque sólo sea el enfermo el que toma los medicamentos. Hay enfermedades que nos hacen repetir las mismas palabras, las mismas esperanzas e incertidumbres mientras van pasando los meses.
Aquel día de primeros de agosto, la niña no sabía que su familia celebraba la buena nueva de la salud, la vuelta de las buenas noticias, la llegada del final del camino doloroso. Ella solo veía que los mayores reían, que su abuela lloraba mientras reía y que todos le hacían incluso más caso del habitual.
Hoy, sin embargo, no hay buenas noticias en esa familia que bailó escuchando a la tuna.
Hoy hay que volver a llenar las alforjas de fuerza y paciencia.
Hoy un médico ha sacado conclusiones provisionales y ha vuelto a poner en marcha la rueda de las inyecciones y de los miedos.
Pero ese sombrero naranja será el que ayude a mi amiga a renovar sus fuerzas. Porque ella necesita volver a creer que, aunque inesperado, el nuevo escalón es asequible. Aunque parezca que ya no quedan energías, las sacará y volverá a ganar otra batalla, otra más. Debajo de ese sombrero naranja está el futuro y ese futuro tiene la sonrisa de su niña, esa que cree que todas las sorpresas son para ella porque ella es la que lleva el sombrero más bonito, ese sombrero naranja de vida, de energía, de futuro y de salud. La clave está en el sombrero: todos lo saben menos la niña que ríe y baila en la fiesta sorpresa del cumpleaños de su abuela Loli.