Responsabilidad
Todas las personas que realizan un trabajo parecido al mío,saben que nos llegan a menudo cartas y libros dedicados. Yo procuro, desde hace muchos años, contestarlas y agradecerlas. Amparo Mendo sabe muy bien el empeño que tengo. Siempre pienso en cada una de las personas que se han molestado en escribir, en enviar, en hacer llegar su existencia. ; que sus sentimientos han llegado a mis manos. Seguro que fallaremos en más de una ocasión,pero la intención es esa.
Hace meses recibí un libro de Lorena Bogado Camacho. “Llegó el amanecer a mi vida” es su título. Hace unos minutos he leído sus últimas palabras y , en caliente, me pongo a escribir este post.
Mi estilista, Mayte Méndez de Vigo, algunos ya lo sabréis, es una enamorada de Bruce Springsteen. Siempre que puede acude a escucharle. Hace cientos de kilómetros por llegar a los escenarios donde el Boss actúa y siempre intenta, junto a un grupo de fans como ella, acercarse al artista, saludarlo, tener una fotografía juntos, poder darle las gracias por lo que de él recibe. Tuvieron que pasar años para que eso ocurriera pero supo esperar y en la actualidad, esa es ya una asignatura aprobada. Mayte es feliz por completo hablando de su ídolo, explicando cómo cantó, cómo les habló. Para ella la existencia de este artista es suficiente para superar problemas, disgustos, malos momentos. La he visto cambiar de cara en segundos si alguien le ha preguntado qué tal fue el último concierto. A mí no siempre me es fácil entenderla pero la respeto y, sobre todo, veo los efectos beneficiosos que ese hombre, ese cantante extraordinario, produce en una mujer que ya cumplió los treinta años. Bruce Springsteen logra sacar de Mayte,y estoy segura que de los fans como ella, lo mejor que llevan dentro y, lo más importante, les hace inmensamente felices.
Lorena vive una experiencia muy similar con Manuel Carrasco. Ahora que en Telecinco volvemos a tener un programa como “La Voz”, que nos permite entender cuántas pasiones están ocultas en las entretelas de la sociedad y cuántas voces necesitan que las escuchemos, esta chiquilla que ha llegado a mis manos con su libro, me emociona de nuevo y me hace entender la fuerza, la responsabilidad de los que suben a un escenario y nos ofrecen su arte.
Lorena Bogado nació con muy mala suerte. Su madre había llevado un embarazo sano y tranquilo pero una comadrona irresponsable hirió para siempre a esa criatura y su vida pasó a ser la que vive cualquier persona que tiene una parálisis cerebral y no puede valerse por sí misma. Su libro explica su vida, su libro pide a gritos, aunque ella no pueda hablar, que “ir en silla de ruedas no significa que no tenga mis ideas y mis sentimientos”.
A Lorena le ha salvado el respeto y el cariño de su gente pero, si ella me lo permitiera, diría que el que le ha dado sentido a sus noches de lágrimas y sus días de impotencias, ha sido Manuel Carrasco: “el mejor cantante del mundo”para ella. El artista supo enseguida que aquella chiquilla que le miraba arrobada desde la silla de ruedas y que él reencontraba en muchos de sus conciertos, lo necesitaba para seguir viviendo. Manuel supo ayudarla sin dañarla, quererla sin abrumarla, respetarla siempre y reconocerla como especial en cada una de las noches que la tuvo delante.
Lorena escribe en el ordenador con la barbilla, no puede utilizar el habla para agradecer a su ídolo todo lo que de él recibe y escribe, escribe, escribe. Si yo fuera Manuel Carrasco y este libro hubiera caído en mis manos me sentiría muy tranquilo por saber que jamás le falló, nunca sintió esta chiquilla con mala suerte que su cantante, “el mejor del mundo”, olvidó mirarla, no se acercó, no le regaló lo que ella necesitaba para levantarse cada mañana.
Esa responsabilidad es tan grande que a veces no somos capaces de estar a la altura. Seguro que fallé. Seguro que no ofrecí todas las sonrisas que me pidieron. Seguro que no tuve toda la paciencia que hacía falta.
Cuando termino de leer este libro, que ella misma se ha editado con la ayuda de su familia y sus amigos, me estremece la soledad de la gente que necesita que le emocionen encima de un escenario para seguir vivos. Me estremece que las letras de las canciones sean medicina para todos nosotros en algún momento de nuestras vidas. Me estremece que muchos artistas no sean capaces de leer en los ojos ávidos de sus fans para darles lo poco que ellas piden: un gesto de reconocimiento, de amor lejano en definitiva. Porque esas personas ya sabrán después usar ese gesto, digerirlo, amoldarlo a lo que necesiten,pero tienen derecho a que se sepa que sobre el escenario se encuentra, muchas veces, una auténtica medicina para su alma.
Lorena y Mayte hablan el mismo idioma. Las dos aman profundamente a quien les da lo que no encuentran en ningún otro lugar. Quizá esa sea la gran suerte de los artistas: dar lo que saben que cura a quienes les escucha.
Lorena dice que “el amanecer llegó a su vida” gracias a Manuel Carrasco, a este chico que hoy tenéis en la foto. Si de lo que se trata es de que sintamos cosas que nos hagan ser felices, Lorena y Mayte han encontrado dos excusas fáciles y perfectas: por unas horas, pocas, un ser humano es de su total propiedad y les ofrece todo lo que ellas necesitan para sonreír, para sentir, para recordar. Esa es la inmensa responsabilidad que tenemos todos los que somos depositarios de una carta, de un libro, de un mensaje que ha salido del corazón para sentir que ha sido escuchado.