Fueron muchos meses de embarazo, más que los elefantes. Fueron muchos kilos de paciencia y de lucha contra los incrédulos. Fue su determinación la que acabó ganando esta batalla que hoy está entre sus manos.
Gilda Santana es cubana. Es un pozo de fantasía y conocimiento de los resortes que mueven las emociones de los seres humanos. Esa sabiduría la aplicó a las series de televisión, los famosos culebrones imprescindibles en la historia de este medio de comunicación, haciendo que millones de personas siguieran sus pasos en la ficción como auténticos peregrinos.
Llegó a España con muy poco. Llegó para salir adelante y traía un hijo pequeño. No fue fácil como no lo es casi nunca. Le ofrecieron algo nuevo, un trabajo que no había hecho jamás pero lo agarró con las dos manos y lo dominó. Pilar Blasco vio lo traspuesto, una vez más.
Gilda Santana fue siempre un icono en la casa de la sierra de Madrid donde ocurre todo lo que conocemos por Gran Hermano. La conocieron hasta las ratas; entre otras cosas porque vivían a la misma hora: siempre trabajaba de noche y se cruzaban por los rincones.
Todos los resúmenes que vimos los que seguíamos Gran Hermano salían de sus manos cosidos con esmero, a veces bordados y otras simplemente hilvanados. Todos contenían casi todas las emociones que producía esa convivencia de concursantes libres que aun hoy, cuando para muchos saben más que los ratones coloraos y ya no son genuinos, sigue siendo una gran incógnita.
Gilda Santana ha tenido la constancia y la determinación de guardarlo todo durante diez años. Lo ha guardado todo para poder escribir un libro que emociona desde su primera página. A mí me gustaría haber sido concursante de Gran Hermano para haber tenido la suerte de que fuera esta cubana inagotable, la que trabara mis días en un concurso que los que lo han vivido no logran olvidar; incluso, si les preguntan, la mayoría de ellos volvería a repetir por muy mal que lo hubieran pasado entre esas paredes. Gilda lo sabe todo, lo recuerda todo, lo entendió todo.
Es un libro regalo. Es un talismán para los que hemos dormido menos de lo debido siguiendo la vida en la casa, esa vida que siempre te hace difícil tomar la decisión de desconectar el 24 horas aunque el despertador te lleve pegando gritos para que te duermas. Es a todos ellos a quienes habla Gilda y por todos ellos por lo que ha hecho un trabajo que jamás le pagará el dinero.
Si amáis tanto Gran Hermano como me ocurre a mí, como le ocurre a ella, necesitáis solo 14,50 euros para gozar. Ya me contaréis lo que os ha parecido.
P.D.: En telecinco.es, puedes leer en exclusiva un capítulo íntegro del libro 'Diez años en Gran Hermano'