Anoche me metí en la cama pensando que quizá habría suerte y las elecciones norteamericanas no barrerían todo lo construido por Obama y su equipo durante los dos años que llevan gobernando. Hurgué en blogs norteamericanos, leí a especialistas en política de ese país, me empapé de malos augurios y me dormí leyendo el libro que tengo entre manos estos días: "El proceso de Nüremberg"
Los americanos, esos ciudadanos que tienen todas las características para quererlos y odiarlos.
Los americanos, aquellos que consiguieron in extremis que los nazis no acabaran con la vida de toda Europa.
Los americanos, esos ciudadanos valientes que decidieron dar una oportunidad a un negro que venía de Hawai con la mochila llena de cambios imprescindibles. Esos millones de ciudadanos que ayer fueron llamados a las urnas, ya han hablado. Ya todo ha tenido lugar.
Esta mañana los titulares de los periódicos hablan claro: los republicanos han recuperado mucho poder del que perdieron Confieso mi ignorancia para saber valorar lo que significa que Obama, aún habiendo ganado las Elecciones, se encuentre ahora atado de pies y manos para realizar el programa que prometió.
Ya sé que sólo gobierna, que legislan otros y son esos los que han cambiado de color pero aún así, algo falla y me desorienta.
Aunque no ha sido la debacle que las encuestas preveían, Obama tendrá que afinar su política si quiere salir airoso de esta inmensa ola conservadora que ha atravesado Norteamérica.
Yo confieso que apoyo al Presidente, que sigo considerándolo imprescindible, que me gusta su determinación y valentía.
Lo difícil va a ser que los que lo juzgan exactamente al revés, dejen que gobierne para todos y logre sacar a su país de una crisis que trajeron otros: precisamente los que ahora han ganado estas elecciones.