Música que cura el alma
Vi el anuncio en una esquina de un dominical el mismo día que iban a tocar en Madrid. Casi se me escapan. De hecho tuve que pedir por favor a Javier Gomá que me dejara sentarme en cualquier esquina de la Fundación March, aquella mañana de colas interminables. Era día de programa, día sagrado por excelencia. Nunca había hecho nada que no fuera del programa un día de emisión de la Gala de Gran Hermano, pero las Variaciones Goldberg acabaron con esa costumbre de tantos años.
Los Garnati Ensemble tocaban aquella mañana esa maravillosa pieza de Bach que podría escuchar sin cansarme un día detrás de otro. Todos los que llenamos la sala a reventar disfrutamos de una adaptación especial, una adaptación nueva, de Las Variaciones que Juan Sebastián Bach escribió en 1741. Se trataba de “Playing Bach” que los hermanos Martos y Yuval Gotlibovich, habían grabado para SONY, tratando de mezclar esos 32 movimientos en un diálogo sorprendente entre la modernidad y la antigüedad. Me gustó tanto que les seguí la pista y esa pista me llevó a Palestina y a la producción de un documental.
Cuando mi compañera, la periodista Amparo Mendo, me propuso realizar un reportaje sobre el viaje que los Garnati iban a hacer a Palestina, apoyados por la Fundación Baremboin, para tocar su música a niños afectados por el horror de la guerra, lo pensé lo justo. Me lancé a decir que sí a un trabajo que nunca antes había hecho: producir. Dije que sí al trabajo de un equipo mínimo que viajaría con los músicos, serían su sombra y nos mostrarían qué andaban buscando esos andaluces con su idea de curar el alma a través de la música clásica.
Son dos hermanos. Son granaínos. Son hijos de padres músicos que jamás les forzaron a tocar ningún instrumento, ni les obligaron a escuchar ninguna música; su técnica fue dejarles acceso, cuando los niños eran aún muy pequeños, a jugar con ella. Esa cercanía, esa familiaridad, metió, sin darse cuenta, la fuerza de la música en sus cerebros y así fue como cada uno recorrió más tarde su camino dentro de la música clásica: uno acabó siendo violinista, el otro, cellista; juntos “Garnati Ensemble”. Pablo y Alberto Martos empezaron a recorrer el mundo como músicos, en el año 2005. Hoy son reconocidos intérpretes y sus conciertos se llenan de gente a la que siempre hacen feliz.
Nuestro documental se estrenará el próximo Viernes. El centro Euro Árabe cancelará su semana dedicada a Palestina con este trabajo de Amparo Mendo como directora, Alvar Jiménez en realización y fotografía, Oscar “Nebe” Abad en sonido y edición y Sara G. Suárez en redes sociales.
Si alguno de los que leéis este post queréis asistir, podréis hacerlo sin pagar un euro, será el próximo 29 de Noviembre a las 17,30 horas en el Teatre Principal, en la sala latina, La Rambla 27, en Barcelona. Sólo tenéis que confirmar asistencia en info@centre-euroarab.cat o 932454915,
Poder producir este documental ha sido importante para mí. Me doy cuenta ahora de que cuando dije “sí”, tan solo seguí una intuición; ahora compruebo, por la reacción que mis compañeros y muchos amigos están teniendo al ver el trailer, que Amparo Mendo me ayudó a tomar una decisión acertada, cargada de futuro. Desde aquí le doy las gracias, se las daré siempre.
Abrir un camino nuevo, entrar en una senda que no conoces, dejarte llevar por un instinto de aventura, me ha gustado siempre pero jamás lo había hecho detrás de las cámaras.
Espero que “The Healing Notes”, esas notas que curan y que recorrerán el mundo para que lo comprueben personas de muchos países, os lleguen tan hondo como me han llegado a mí.
La apuesta de aquellos niños de Granada, de Garnati, aquellos niños que jugaban con flautas y violines viejos mientras escuchaban sin saberlo, la música que sería su futuro y su profesión, ha traído paz a muchos corazones atormentados, a muchos niños enfermos o dañados por la violencia y la guerra, que han recibido con la música, una medicina que no se compra en ningún laboratorio, que solo tiene vida si sale de los instrumentos de músicos como ellos que quieren así colaborar a curar el alma herida, ayudar a que el dolor pese menos aunque solo sea por unos cuantos minutos.
La música cura o por lo menos ayuda a soportar mejor lo que nos duele, lo que nos hace más difícil la vida.