Se acaban de ir del camerino los guionistas, directores y responsables de GH. Hemos leído el guión y corregido las últimas cosas. Es un trabajo impecable y está lleno de cosas sorprendentes. Mis compañeros son un pozo sin fondo, así de sencillo.
Han llegado unas flores que huelen como a mí me gusta. Están envueltas en papel rojo. Son de alguien que me conoce muy bien.
El decorado está en estos instantes en manos de las limpiadoras que lo están dejando como los chorros del oro.
Mayte y Maribel me han probado el vestido que Juana Zorrilla ha confeccionado para mí. Ha quedado muy bonito, espectacular me atrevo a decir; creo que os va a gustar. Es una estupenda apuesta por esta joven diseñadora que abre el camino a todos los que vendrán detrás. Ellos nos enseñarán su arte y su creatividad cada semana.
En estos momentos previos, leo los blogs y los comentarios consiguen contagiarme la tensión, el entusiasmo y el nerviosismo de la espera. No estaba nada nerviosa pero reconozco que empieza a alterarse el pulso tras leer tanto cuanto esperais de este GH12. Espero no defraudar.
Hacer un nuevo Gran Hermano y que la ilusión de los 500 miembros el equipo siga al rojo vivo es, para mi, el primer milagro de este programa que nos ha dado tanto a tantos. Si los vierais, entenderíais lo que os estoy diciendo. No hay nadie tranquilo, no hay nadie que no tenga kilos de tensión encima. No importa que esté en los estudios de Telecinco o en Guadalix: todos sabemos lo que nos jugamos.
Los concursantes estarán mordiéndose las pocas uñas que les queden. Sus familiares dándoles los últimos consejos. Estoy segura de que intentarán convencerles de que no hagan esto ni digan lo otro. Nada de eso vale ya. Es mejor lanzarse y como este esquiador que empieza su carrera, pasar las puertas y hacerlo lo mejor posible.
Esta foto refleja mi estado de ánimo. Hemos entrenado, hemos preparado y pensado en todo; ahora llega el día D. Pienso en todos vosotros, en vuestra ilusión, en los que estáis esperando que sean las diez y ya tenéis vuestras casas preparadas para absorber todo el cúmulo de información que este estreno os va a dar. Os dedico mis últimos minutos antes de peinarme y maquillarme. Susana y Marina están a punto de salir por la puerta. Tengo hambre. Olga, mi azafata de todos los años, está esperando a que el panecillo de mi bocata salga del horno. Como si del mejor símbolo se tratara, le voy a dar un bocado con todas mis ganas; las mismas ganas que tengo de estar frente a mi cámara y deciros "Comenzamos".