Cuando tenía tres años empezó a hacerle daño, a quemarle los juguetes, a torturarla. Esta niña de la foto puede tener mas o menos esa edad y la pongo, aunque no sea la real, para que, mirándola, analizándola, nos acerquemos a entender lo que significa un abuso como este.
Su historia real es esta: Verónica Fernández, 25 años, denunció el Domingo de la semana pasada en EL MUNDO que sufrió abusos sexuales de su padrastro.
"Teníamos una mesa camilla y un sofá largo con esto [señala lo que sería el reposabrazos] de aluminio, y me tiró contra él. Y empezó a desnudarme y a toquetearme. Y a meterme los dedos por la vagina. Luego me subió a la mesa camilla. Me decía que me subía allí para que viese mejor lo que me estaba haciendo, estirándome del pelo. Tenía los calzoncillos bajados y también me chupaba los pechos. Se levantó y me dijo que me pusiera de rodillas. Que empezara. Me negué y fue a por un cuchillo. Estuvo mucho tiempo haciéndomelo. Luego me dijo que no se lo contara a nadie. Que si yo era buena no le haría lo mismo a mis hermanos".
El juicio por los abusos sexuales aún no se ha celebrado. Ella está en tratamiento psiquiátrico desde que decidió acudir a los tribunales; ha tratado de suicidarse varias veces.
El Juzgado de Instrucción nº 1 de Ocaña la condenó a 15 días de trabajos en beneficio de la comunidad por llamar violador al hombre que le llegó a introducir el palo de un mortero. Verónica Fernández, 25 años, ha decidido empezar una huelga de hambre.
No creo que haya que añadir nada más.
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Si creéis que podemos ayudarla, deberíamos inundar el juzgado de Instrucción nº 1 de Ocaña, Toledo, con nuestros gritos.
Yo lo haré.