Héctor, el guerrero imprescindible
Nació de unos padres que vivieron sus nueve meses de embarazo por segundos, porque lo vivieron los dos. Lo esperaban como quien espera la llegada cierta de la felicidad. Así fue. No recuerdo a nadie tan feliz como Curro, el dueño de ese dedo gordo que sostiene a Héctor disfrazado antes de cumplir su primer mes de papá Nôel.
Es compañero mío, es el realizador jefe de mi querido Diario de..., es el guerrero galáctico más bajito y más calvo de los mundos que exiten fuera de la tierra, es la sonrisa más burlona, la imaginación más potente, la fantasía hecha persona. Héctor tiene un padre que tratará de hacer de él, el niño más feliz del globo terráqueo y para eso cuenta con la guerrera Lydia que, de momento, está encargada de alimentarle y sacarle los aires rebeldes aunque el niño se quede profundamente dormido en el intento. Son primerizos, son sabios y son los mejores padres para un niño deseado por todos los que le rodean. Héctor no conocerá la falta de amor; Héctor será como el niño Jesús: le querrá mucha gente que buscará su sabiduría y conocimiento todos los años de su vida.
Escribo este post mirando, como vosotros, la foto de un bebé vestido de papá Nôel pero en quien estoy pensando, mientras se me cae la baba, es en el niño que volverá a nacer mañana.
Aunque siendo catalana, no me sentaré a una mesa de Nochebuena como hace la mayoría de mi país, en mi casa, en Esplugas, pondremos, en el portal de Belén que mi madre ha instalado como cada año, a ese minúsculo niño de barro que está entre nosotros desde hace decenas de años. De momento lo tenemos escondido detrás del pesebre pero en cuanto llegue la noche de mañana, lo depositaremos en esa cunita de madera que espera entre su padre y su madre, mientras el buey y la mula, descansan de un largo viaje.
Digo que no celebraremos la Nochebuena y quizá os choque, pero así es. Nosotros, muchos catalanes, celebramos el día de Navidad, el 25 de Diciembre. Desconozco por qué y me gustaría que alguien me lo explicara. En Cataluña lo hacemos así y también celebramos y es festivo, el 26, el día de San Esteban. Durante 20 años, los que viví junto a mi marido José Sámano, tuve que escuchar sus quejas por este hecho. Él nunca entendió por qué la Nochebuena nunca fue Nochebuena, como había sido toda su vida en Santander. Hoy, aunque esté lejos, seguirá haciéndose esa pregunta, estoy totalmente segura.
Pero hoy no puedo dejar de mirar la carita de este niño que nació el 30 de Noviembre pasado, que todavía no tiene ni un mes y que ya va disfrazado. Sus padres lo miran arrobados y aceptan con una sonrisa de baba caída permanente, que su hijo es el más guapo del mundo. Reconozco que a mí también me lo parece, como seguramente os ocurrirá a todos vosotros con los bebés que hayan nacido cerca de vosotros: ese es el privilegio del amor: la belleza subjetiva. En este caso la criatura es una monada y eso lo podría corroborar el tribunal de concursos de bebés más exigente del Universo. De momento lo decimos los 24 miembros del programa Diario de... que compartimos con nuestro Curro, su padre, tantas alegrías. También compartimos algunas tristezas pero esas nada tienen que ver con nuestro guerrero Héctor.
La noticia inesperada de los miembros del equipo que dejarán de trabajar en estos días de Navidad, han dañado mi corazón. Pero tengo la mayor de las esperanzas de que sea una realidad pasajera, que muy pronto volverán a sentarse en sus sitios de siempre porque eso significará que tenemos entre las manos de nuevo un producto televisivo que apoyaréis muchos, que os gustará, que os interesará. Eso ha ocurrido en los últimos casi diez años que llevamos haciendo este programa; eso ha ocurrido y volverá a ocurrir en cuanto empecemos a emitir la última hornada que nos queda de las investigaciones que hemos hecho. Después, como también hemos hecho siempre que nos lo han pedido, abriremos otra etapa y seguiremos luchando por averiguar que hay de verdad en vuestros gritos de protesta, en vuestros mails cargados de información y quejas. Nunca dejaremos de escucharos, nunca dejaremos de estudiar a fondo qué esconden las acciones que hacen daño a personas inocentes: ese es nuestro patrimonio: diariode@cuatro.com, para el que no sepa cómo hacerlo.
Ésta volverá a ser una Navidad dura y difícil para mucha gente. A todos ellos, a todos vosotros, os llega mi solidaridad y mi recuerdo más cercano. Os dejo en manos de mi niño Héctor Vázquez González: un guerrero de Becerril de la Sierra, Madrid, que ha llegado de otra galaxia a solucionar los problemas que los humanos hemos acumulado y no sabemos arreglar: él sabrá cómo hacerlo, es nuestro guerrero imprescindible.