La fuerza de la iniciativa ciudadana
Anoche la luna llena de Mahón no quiso perderse una cena de gente dispuesta a arrimar el hombro. Nos habían convocado para recoger dinero que empuje el arreglo de un edificio emblemático del puerto de Mahón que a lo largo de los años fue testigo de dolores y esperanzas.
Hasta 1964 era un hospital, un hospital creado siglos antes por los ingleses cuando gobernaban la isla de Menorca para atender a los muchos heridos de guerra que llegaban a través del mar. Entre esas paredes se salvaron muchas vidas, se hicieron descubrimientos médicos, se vio morir a mucha gente. Son paredes cargadas de sentimientos. Pero llegó el final de la vida de ese lugar y con él llegó el abandono y el pillaje.
Nadie fue capaz de dar sentido a un edificio que saluda a todos los que entramos en este puerto mediterráneo, ninguna administración logró encontrar una razón para devolverle la vida. Muchos lo intentaron e incluso se dejaron el pellejo y los millones en él sin lograr sacar nada en claro. Quizá los que más pagaron el pato fueron unos japoneses que invirtieron 500 millones de pesetas y cansados de esperar permisos, abandonaron sus planes y su dinero sin haber logrado dar con la solución que devolviera la vida a un lugar tan bello y cargado de historia.
A veces todas estas historias parecen leyendas y uno tiende a pensar que son invenciones de los habitantes de esta ciudad que amo tanto pero me he preocupado de contrastarlas y todas reflejan la verdad y nada más que la verdad.
Titulo este post: “la fuerza de la iniciativa ciudadana” porque fue ella la que logró volver a poner en pié el antiguo Hospital de S´Illa del Rei. Como ocurre casi siempre hubo un motor que ilusionó a unos cuantos, muy pocos en los primeros tiempos; un motor que con su determinación, su paciencia y su tesón, logró contagiar a los suficientes que volvieron a dar esperanza a esas paredes que habían visto tanto.
Luis Alejandre es militar, General del Ejército español. Es menorquín de pura cepa y se ha tomado este empeño con tal fuerza que ha logrado lo que nadie hasta ahora había conseguido. Ha dado sentido a la ilusión, ha hecho posible que los trabajos avanzaran y se fuera viendo cómo, lo que ocultaba una vegetación que lo había invadido todo, volviera a la vida. Ha logrado parar el pillaje, esa avaricia de personas que creen que lo que está abandonado y es valioso, puede ser suyo sin preguntar. Vigas inmensas y antiquísimas, piezas arquitectónicas únicas, tejas, cables de cobre, utensilios médicos, todo lo que atraía a sus ojos, acababa en casas particulares dando un uso para el que no habían sido creados. Algunos de estos objetos son localizables, se sabe quién los tiene pero nada se ha hecho para recuperarlos.
Hoy un gran grupo de voluntarios trabaja sin cobrar ni un euro en verano y en invierno. Personas de todas las profesiones dejan en la Isla del Rey sus conocimientos y su dinero. Hoy ya se ve el final del túnel. Por eso la luna llena no quiso ocultarse anoche. Por eso nos citaron a un concurso de mesas decoradas con hortalizas de la isla para que, con esos 50 euros por comensal, añadiéramos gasolina al proyecto. Se quedó mucha gente fuera y eso emocionó a los que pertenecen a la Fundación pero, los que estuvimos, sabíamos que éramos esa fuerza ciudadana que mueve montañas: que mueve montañas como el amor.
Mi mesa presentó una decoración hecha de unos inmensos tomates, que podéis ver en esta fotografía, que Cándida y Pedro Cruz cultivan en su huerto de Sant Climent. Esos tomates son tan superiores a cualquier otro que creo recordar que en alguna otra ocasión os he retado a superarlos y todavía nadie lo ha conseguido. No ganamos el premio pero recibimos muchas peticiones para quedarse con ellos. Con eso nos es suficiente.
Desde aquí, porque me sale del Bolo, agradezco a todos los que hicieron posible una noche redonda; a todos los que pusieron lo que tenían para que el futuro del hospital de la Illa del Rei sea cierto y seguro. A S´Algar Hoteles, que sirvió una cena rica sin cobrar un euro, a la familia Delás que cedió su Predio de San Antonio y a todos los que asistieron y participaron en el concurso decorando sus mesas con empeño e imaginación y pagaron un dinero que añade esperanza a un proyecto que, sin la fuerza de los ciudadanos, jamás hubiera vuelto a la vida.
Gracias Luis por liderar este rebaño de gente generosa que llega de rincones lejanos para ofrecer lo que tienen; gracias por darle a todos la oportunidad de sentirse útiles. El futuro empieza a verse en el horizonte.