Mañana 14 de Enero llegará el primero de los obstáculos que deberá saltar mi amiga. Mañana sabrá si seguirán siendo dos las flores blancas de su cuerpo joven o tendrá que acomodarse a la existencia de una sola.
Será la médico que la cuida la que decida: ella solo podrá escuchar. Lleva muchos días viviendo con esa incertidumbre. Semanas apartando a manotazos los miedos de su cabeza. Mañana se despejará una duda, la primera.
Hoy he recibido de ella, esta fotografía. Me ha dicho que ha salido al campo a caminar porque en Andalucía ya había explotado la primavera y esa potencia le ayudaba a acortar las horas, a que esa noticia que tantas mujeres han conocido como ella, sea, por fin, una realidad.
Cuando estás luchando contra un cáncer de pecho, cuando resistes el veneno que debe curarte y prepararte mejor para esa operación que se llevará un huésped que deseas con toda tu alma perder de vista; cuando aguantas dolores y malestares tratando de seguir sonriendo, vuelve a llegar la primavera.
A mí hoy lo que me pide el cuerpo es agarrarme a ella con pasión y percibir todos los signos de vida y futuro que encierra. Cada rama, cada rincón, cada pedazo de naturaleza anda estos días agitándose en su interior por la llegada de la nueva vida. Arranca desde abajo, desde el fondo de las entrañas de la tierra; sube con una fuerza imparable para reproducir un proceso anual que asombra siempre.
La promesa de una nueva primavera está empezando a emocionarnos aunque todavía queden muchos días para que se instale definitivamente entre nosotros. Así me encuentro yo: expectante, confiada, un poco nerviosa.
Hoy no puedo dejar de pensar en mi amiga: en esa chiquilla que ha perdido todo el pelo, mi pelona; en esa mujer que sigue sonriendo aunque se le caigan las lágrimas de dolores, insomnios y miedos. Hoy escribo para ella. Hoy mi corazón querría arrancarle sus temores y asegurarle que seguirán siendo dos las flores blancas; que la rama del almendro trae dos promesas que tienen que tener sentido; que son seguro el anuncio de lo que va a pasar.
Ojalá pudiera... pero bien sabe ella que nada de eso está en nuestras manos. También sabe, como lo sabemos todos los que la conocemos, que, sea lo que sea, sabrá asumirlo con fuerza y con entusiasmo, como la mejor noticia posible: así es mi amiga. Estas dos flores blancas anuncian la mejor primavera y así será.