Hoy hay 8 millones de españoles que han ganado las Elecciones. Hoy es un día emocionante para todos ellos y a cada uno quiero mandarle una felicitación. Votar y respetar el resultado de esos votos es lo más importante que puede sucedernos. No siempre fue así y cuando lo es, hay que celebrarlo. La Junta Electoral habrá recibido denuncias de malas artes preelectorales y deberá tomar medidas pero seguro que serán las menos. Nosotros, en Diario de... hablamos de ello esta noche. En algunos pueblos, al parecer, se han comprado votos con dinero o la promesa de un empleo. Ya me diréis qué impresión os producen las denuncias. Pero, como os decía, hoy, por encima de todo, mando mis felicitaciones a los militantes, dirigentes y votantes del Partido Popular.
El resultado de estas Elecciones Municipales y Autonómicas es demoledor para el partido que está en el Gobierno, para el PSOE. Qué difícil va a ser recuperarse y seguir caminando...Me pongo en la piel de todos los que han perdido y estoy segura de que el sabor amargo y el cansancio son tan grandes como lo es la dulzura y la fuerza de los que han ganado. Los necesitamos a todos; nuestro sistema democrático, puesto ahora en cuestión para mejorarlo, necesita del esfuerzo y el trabajo de todos.
Hoy también hemos sabido que 300.000 personas han votado a Bildu en el País Vasco. Hace unos años, cuando Batasuna podía concurrir a las Elecciones, se decía: “son 300.000, son una fuerza muy importante que demuestra la potencia de ETA”. Hoy creo que podemos ser mucho más optimistas y me vais a dejar que recoja y valore unas palabras que acabo de escuchar a Pello Urizar, portavoz de Bildu y con ellas me quede: “nuestro resultado es la retirada de ETA” Si eso fuera así, si no se hubieran equivocado nuestros jueces, si Bildu es, efectivamente, una herramienta para construir y no para callar ante la destrucción y los asesinatos, estaríamos ante uno de los momentos más importantes de nuestra historia reciente. También a ellos les mando mi felicitación por sus resultados.
Titulo mi post con tres palabras: la segunda es Ophelia.
Estoy siguiendo cada detalle, cada información por pequeña que parezca de este tema.
Ophelia, la camarera que denunció al ex presidente de FMI, corre peligro de nuevo. Salvada de la violencia del francés ahora está en manos de su abogado. Es repugnante leer que han contratado a tres personas, un exfiscal y dos ex miembros del FBI, para rastrear en la vida de esta guineana y tratar de encontrar como sea fallos o renuncios que puedan utilizarse contra ella el día del juicio. La camarera pasa momentos duros; dicen que llora y no se recupera; que está asustada y que tiene miedo: no me extraña. Tiene delante todo el poder del dinero y las influencias. Tiene delante un ejército dispuesto a machacarla con tal de evitar que aquel hombre que salió del cuarto de baño que ella iba a limpiar como un “orangután en celo”, resulte condenado.
Me echáis en cara que no respete la presunción de inocencia. De acuerdo, he afirmado y dado como cierto un comportamiento que no he visto con mis propios ojos. Es cierto que solo cuando los jueces dicten sentencia sabremos qué ocurrió en la habitación 2806. Pero estaréis conmigo en que estamos observando la lucha de una hormiga contra un elefante. Estaréis conmigo en que Ophelia representa a muchas mujeres que han sufrido hechos como los de ella; mujeres que jamás podrán resarcirse ni ver cómo la justicia las compensa de tanto dolor y humillación. Quizá porque a muchas, por no decir a todas, nos suenan familiares todas las explicaciones que leemos, algunos hemos tomado partido. Yo reconozco que estoy al lado de Ophelia y que me repugna cómo puede hacer dudar a gente que respeto el manejo de una historia en manos del dinero.
Y la tercera palabra: una foto que es un homenaje a la valentía y el tesón. Hoy no me pidáis que os explique más porque no puedo; hoy solo os digo que también ellas tienen mucho que celebrar.