A favor del juez Garzón
Estoy poniéndome al teclado con el mismo espíritu que lo hacía cuando empecé a trabajar en este oficio. En aquellos años, casi a diario, firmabas manifiestos, definías tu postura, te alineabas; era lo que necesitabas hacer para defender lo que considerabas imprescindible: la libertad y la justicia.
Con el paso de los años y la llegada de la democracia, imperfecta todo lo que se quiera pero democracia al fin, estas tomas de postura pública se han ido reduciendo. Hoy, sin embargo, vuelvo a tomar la pluma, en este caso el ordenador, para apoyar al juez Garzón.
Sin entrar en el fondo de lo que en estos días está sobre la mesa de sus compañeros, los jueces que le juzgan, quiero enviar mi apoyo moral y amistoso a un hombre que, hasta la fecha, y por mucho que han buscado, no ha hecho nada que no sea defender a los ciudadanos de los que nos atacan. En todos los momentos de su vida ha estado del lado de los que padecían abusos para ayudarles a recuperar la paz y la dignidad. Se ha involucrado en asuntos peligrosos tanto en España como fuera de nuestro país. Es un juez valiente y no necesita que le defendamos: sus sentencias, su trabajo, sus años en la carrera, demuestran su honradez y su buena fe.
Hoy responde ante un tribunal por haber hecho lo que cualquiera de nosotros entendemos que se tenía que hacer: cortar el paso a los que querían beneficiarse de su condición de abogados para favorecer la huida de los que estaban encerrados por sus delitos contra todos nosotros. Quizá algunas leyes sean perjudiciales para que un juez pueda defender a los ciudadanos frente a los que abusan de ellos, pero nadie me quitará de la cabeza que la lógica tiene que tener un sitio de honor en todo esto.
Creo a Garzón, creo que hizo lo que tenía que hacer y me fio de él. Deseo que salga pronto de este laberinto y vuelva a ocuparse de las cosas importantes que siempre llevó entre manos. Espero que triunfe la razón y Baltasar Garzón deje de perder el tiempo en defenderse de sus colegas para defendernos a nosotros.